lunes, 1 de octubre de 2018

SERBIA Y BUDAPEST: OCTUBRE 2018 (8 DÍAS)


SERBIA Y BUDAPEST: OCTUBRE 2018 (8 DÍAS)
Budapest-Novi Sad, Subotica, Sremski Karlovci, Smederevo, Parque de Djerdad, Donji Milanovak, Felix Romuliana, Nis, Zemun, Belgrado

DÍA 1: BUDAPEST

                Tras casi diez años de nuestra anterior visita a Budapest;  lo poco que pudimos volver a tocar nos atrajo de la misma manera que aquella vez. Algunos artículos, sobre todo los dedicados al turista, y los taxis habían subido ligeramente de precio. Hay que decir que estos últimos también se han vuelto más pícaros y a excepción del aeropuerto, donde el precio es cerrado, en el resto de lugares cuesta un rato convencer al taxista para que ponga el taxímetro.

                Llegamos (una mujer y un hombre) a Budapest desde GC, en vuelo directo, sobre el mediodía. Decidimos quedarnos ese día hasta las 23 horas y luego coger la guagua hasta Novi Sad en el trayecto nocturno. También decidimos alojarnos en el Hotel Fortuna, ya que el sitio era bastante asequible, estaba cerca de la estación de guaguas (10 minutos) y, a parte de dejar el equipaje, permitía tomar una ducha antes del siguiente trayecto. El sitio es básico, pero limpio.

                Como dijimos ya habíamos estado ahí antes y el destino principal de este viaje era Serbia, por lo que simplemente recorrimos algunos lugares melancólicamente y llegamos a los pies del parlamento (que era lo que nos había faltado la otra vez) El alojamiento se encontraba a unos 25-30 minutos andando del Danubio. El extrarradio (de la zona de la estación al centro) es curioso. Hay algunos edificios modernos y luego los típicos mastodónticos. También hay parques y algunas tiendas curiosas, pero nada verdaderamente del otro mundo. Comimos de bajada al centro en Bécsi Szelet. Muy bueno y muy razonable de precio. Luego seguimos buscando el Danubio, introduciéndonos en el casco antiguo, mientras florecían rincones bonitos, encantadoras terrazas y locales de cambio de moneda. Todo fue muy relajado. Lo único destacado fue el pedazo de ribera del Danubio que nos faltó pasear la otra vez (la que va del Puente de las cadenas al Parlamento, por Pest) De camino vimos el monumento a los zapatos; rememorando así la etapa oscura de aquella Europa ocupada. Terminamos en la zona de tiendas y terrazas (alrededores de Váci Utca) para comprar algo para la guagua, por si nos entraba hambre. Por la noche el paseo por el Danubio, con los edificios iluminados, es muy recomendable. Luego al hotel.

                El billete de guagua lo habíamos cogido con FLIXBUS  y todo fue un despropósito. Sobre la 22:40, de camino a la estación, nos llegó un mensaje diciendo que se retrasaba la salida una hora. Hasta las 00:00. Eso ya fastidió, pero lo peor fue que el baño de la estación cerraba a las 21 horas y que la propia estación lo hacía a las 22 horas, por lo que estuvimos 2 horas,  a la fresca, esperando que llegase nuestra guagua. Cuando llegó, ávidos por ir al baño, comprobamos que el nivel de limpieza del mismo era bastante deficitario. La guagua hace algunas paradas técnicas (2) para estirar las piernas, comer algo u orinar en baños, algo más limpios, de estaciones de servicio. También hacen otra parada en la frontera con Serbia para presentar la documentación y poder entrar al país. En el caso de los europeos vale con el carnet de identidad, pero conviene llevar el pasaporte. Incluso si lo presentas lo reciben y lo sellan (valen las dos opciones). Mejor tener las dos. 

NOTA: COGER UN COCHE DESDE CUALQUIER PAÍS FRONTERIZO PARA ENTRAR EN SERBIA Y DEJAR EL COCHE AHÍ SUBE CONSIDERABLEMENTE LA FACTURA. Y EN SERBIA SI VAS A SALIR DEL PAÍS CON EL COCHE TIENES QUE AVISAR EN EL RENT A CAR, YA QUE LOS PAPELES TIENEN UN SELLO QUE PROHIBE LA SALIDA DEL VEHÍCULO FUERA DE LAS FRONTERAS SIN AUTORIZACIÓN (Y TAMBIÉN SUBE LA FACTURA)

DÍA 2: NOVI SAD-SUBOTICA-SREMSKI KARLOVCI-NOVI SAD

               

                Llegamos un poco antes de las 5 de la mañana. En el alojamiento se portaron maravillosamente y nos fueron a buscar a esa hora a la estación sin coste adicional. El lugar (Hotel ARHIV) está perfectamente situado y bastante cuidado. El desayuno está incluido en el bar de abajo y también está buenísimo. La guía decía que había que avisar a la policía serbia si ibas a pernoctar en esa ciudad, pero nosotros no lo hicimos y tampoco tuvimos ningún problema por ello.

                Apenas sin haber descansado nos refrescamos, desayunamos y fuimos a explorar un poco la zona. Nos acercamos a la Plaza de la Libertad donde están lugares como el ayuntamiento y la catedral católica, para luego pasear por la avenida principal (Zmaj Jovina), cambiar algo de dinero e ir a buscar el coche a la oficina de Sixt. No encontramos otras compañías que permitieran coger el coche en un lugar y dejarlo en el aeropuerto de Belgrado sin desplumarte y esta era bastante asequible…  pero hasta ahí todo lo bueno.  El coche estaba rayado, por lo que tuvimos que ser minuciosos a la hora de firmar por la recogida. Cada dos por tres le saltaban luces en el salpicadero y el GPS se desconectaba. Encima sólo hablaba en inglés y serbio… Una aventura.  

NOTA: LAS VÍAS PRINCIPALES ESTÁN BIEN, QUIZÁS LOS LUGARES MÁS RECONDITOS PUEDAN TENER PEORES ESTRUCTURAS, PERO DE GENERAL NO SON CARRETERAS PELIGROSAS. TAMBIÉN HAY QUE TENER EN CUENTA QUE PARA APARCAR EN EL 95% DE LOS LUGARES EN SERBIA HAY QUE PAGAR AUNQUE SEA EN LA CALLE. PERO EL SISTEMA ES A TRAVÉS DE MENSAJES DE TEXTO O COMPRANDO TICKETS EN ESTANCOS. NO HAY MÁQUINAS PARA MONEDAS, NI BILLETES, NI NADA. ES MUY RARO Y NO SIEMPRE HAY ESTANCOS CERCANOS.

                Es importante comentar que en Serbia no encontramos taxistas pícaros. Todos ponían taxímetro, aunque, como comentaremos más adelante, también tienen peculiaridades.

                Del rent a car a Subotica fue un poco más de una hora, como no nos fiábamos de los mensajes y no encontramos kioskos, aparcamos en las afueras en una comunidad de vecinos que no avisó a la policía. Una curiosidad es que sólo vimos garajes privados en Belgrado y pocos.

                Subotica es pequeño. La zona de las calles típicas y los edificios Art Nouveau es muy reducida y fácil de recorrer. Si se madruga puede servir para ver  tranquilamente el ayuntamiento y el teatro nacional o salir hacía la universidad y ver otras cosas menos típicas, pero interesantes.

                Comimos temprano, algo ligero, en La Piazza para contar con tiempo para seguir disfrutando de Subotica y poder visitar el pueblito de Sremski Karlovci a hora y media de carretera. Aquí, por ejemplo, el último trecho era más complicadillo. Volvimos a usar la estrategia de aparcar en un aparcamiento vecinal.

                Si Subotica era chica, este es diminuto. Casi todo gira alrededor de la plaza y saliendo de ahí la cosa pierde interés. El sitio invitaba  a tomar algo en alguna terraza o comer algo si no se había hecho ya. Por cierto, cuando volvimos al coche, un vecino ya estaba llamando a la policía por haber aparcado allí. Por suerte volvimos a tiempo para quitarlo y no pasó nada.

                Volvimos a Novi Sad (15 min de carretera) con tiempo para verlo con calma. Hablando de tamaños hay que distinguir una cosa. Aunque es la segunda ciudad de Serbiat,l tosdo lo interesante está en un casco antiguo mediano. Las afueras en su mayoría son zonas residenciales o de trabajo y carecen de mucho interés. Aparte de la Plaza de la Libertad y los alrededores a la peatonal Zmaj Jovina los lugares emblemáticos son: la calle Pasiceva, Dunavska, Saborna Crkva, etc. Y por supuesto pasar de un lado a otro entre callejones y bonitas calles. 
                El ambiente es animado por las noches. Ese día nos dio tiempo hasta de salir un poco a las afueras y volver a los alrededores de la plaza a tomar algo frente a la plaza (Restaurante-Bar Modena). Un sitio de moda muy agradable a precios razonables. Luego fuimos a cenar al restaurante del Hotel Fontana. La comida no estaba mala y el lugar era pintoresco, pero tampoco nada del otro mundo. Sin ser caro fue de las facturas más elevadas en lo que se refiere a comidas. Luego a descansar. Estábamos rotos y preferíamos madrugar a estirar la noche.

DÍA 3: NOVI SAD-SMEDEREVO-PARQUE DJERDAD (DONJI MILANOVAK)

                Madrugamos, desayunamos y le dimos una última vuelta a la zona aledaña antes de ir a la Fortaleza de Petrovaradin. La visita es entretenida, tiene una zona bohemia de galerías de artistas y el conocido como reloj loco, amén de las correspondientes vistas del lugar. Está a 10 minutos en coche y se puede aparcar arriba del todo. De lo contrario es una pechada.

                Hasta Smederevo son dos horas. Es donde empieza la ruta de las fortalezas. La suya, a causa de la industria siderúrgica, estéticamente hablando, tiene una parte cuidada, pero otra bastante desmejorada visualmente desde el exterior. Luego está la Plaza Central con la Iglesia de San Jorge, Karadordev dud (un árbol) y poco más. De todas formas elegimos el lugar para hacer una parada, estirar las piernas, comer algo (en la cafetería Fontana) rápido y seguir para el parque de Djerdarp y llegar a Donji Milanovak (2 horas por el parque), que era donde pasaríamos la noche. Smederevo no fue gran cosa desde el punto de vista del curioseo (excepto la fortaleza). Aparcamos en la calle y pudimos adquirir los tikets del parking por horas en un quiosco.

                De camino a Donji Milanovak se puede parar a ver la Fortaleza de Golubac y las ruinas de Lepenski Vir, fuera de esto los miradores están más preparados para cagar que para disfrutar del entorno. No estaban nada cuidados. La maleza se había hecho fuerte y las zonas, a excepción de las dos anteriores, nos decepcionaron un poco.
              El pueblo, no obstante, aunque pequeño es interesante. Nos alojamos en Apartaman Marjanovic,  unos edificios con pinta de viviendas  sociales enfrente del Danubio. El lugar es muy reducido. Hay varios lugares de pateos, pero como pueblo es pequeño. Lo interesante es que está en el medio del parque y que está literalmente a la orilla del Danubio, en un entorno inigualable.

                Tras visitar los alrededores nos tomamos algo y cenamos en Kafana Carobna Ribica Un lugar peculiar que estaba hasta arriba de locales. La comida normal y el ambiente bueno. NOTA: EN SERBIA SE PUEDE FUMAR CASI EN TODOS LADOS.

DÍA 4: PARQUE DJERDAD (DONJI MILANOVAK)-FELIX  ROMULINA-NIS

                Como casi siempre madrugamos. Desayunamos en una panadería tradicional frente a un colegio. Una de las tantas pastelerías típicas del lugar. Esta nos hizo gracia porque paraban los niños para ir al cole, los trabajadores… y hasta la policía. Aunque pequeña estaba bastante transitada. Luego dimos un paseo por los alrededores (ribera del río y pueblo) y cogimos el coche para acabar de recorrer el parque (hacia el otro lado) Esta parte es mucha más vistosa. Aparte de que los miradores están acondicionados y hay cosas que ver, las propias vistas se vuelven más hermosas. Las gargantas se estrechan y crecen los acantilados, pudiendo ver pequeñas iglesias y/o castillos en salientes o rocas en el río. Nosotros nos propusimos llegar a la cara esculpida del Rey de Dacia. Es una escultura imponente en la otra ribera del río (Rumanía) Cuando la vimos, sobre todo por falta de tiempo,  deshicimos parte del camino para salir del parque rumbo a las ruinas de Felix Romuliana (hora y media) El complejo es discretito. Tiene unas zonas más mantenidas (en mejor estado), pero la mayoría necesita una pasadita y, quizás, algo de interés en restaurarlo. El sitio sirvió para estirar las piernas antes de ir a Nis, que era nuestro siguiente destino (casi dos horas más de coche)

                Nis es un lugar pequeño, pero encantador.  El centro (lleno de garitos y tiendas), la fortaleza (convertida en un parque precioso) o, más alejados, la Torre de los Cráneos  y el campo de concentración Cruz Roja, merecen una visita.

                Llegamos con tiempo (luz) para ver los templos y estatuas de rigor mientras nos ubicábamos en el sitio. Recorrimos el centro y nos fuimos a la fortaleza hasta que cayó la noche. El lugar, tanto dentro, como fuera (río) está dotado de tasquitas, bares y algún restaurante. Recorrer el parque paralelo a la muralla principal es intersesante. Por las noches esa zona se llena de gente joven haciendo botellón a lo grande... muy a lo grande.

                Cenamos en el restaurante Biser, cerca de la zona de las terrazas de moda. El lugar era más tradicional y aunque aparentaba ser de calidad (la comida y el entorno lo era) no fue caro.

NOTA: POR LA NOCHE, EN LAS INMEDIACIONES DEL PARQUE, HABÍA BANDADAS DE PÁJAROS A NIVEL EXAGERADO. LUEGO NO SABEMOS DONDE SE METIERON.

DÍA 5: NIS-ZEMUN-BELGRADO

                Desde nuestro espectacular alojamiento (NAR Royalton Apartments) a la Torre de los Cráneos fue un trecho que terminamos por hacer andando. Los taxis en Serbia (en Nis al menos) no paran en la calle. Vamos, que no los puedes parar levantando la mano. Tienes que buscar una parada (difícil desconociendo el lugar) o llamarlo (difícil cuando se ha salido del alojamiento y no sabes dónde decir que te recojan) Fue un trecho, pero entre el paseo y parar para desayunar llegamos al lugar a las ocho, y, aunque no abrían hasta las nueve o diez (no nos quedó claro), nos dejaron entrar y ver la torre .El sitio es interesante, pero solo está la torre. El resto de lugares de la zona carecen de demasiado interés.

                De ahí cogimos, esta vez sí, un taxi (en la parada) dirección fortaleza para visitar el campo de concentración nazi Cruz Roja, que se encuentra atravesando dicho lugar. Comparados con otros “museos” sobre la barbarie que asoló Europa en la segunda guerra mundial este es bastante más reducido y fácil de visitar. No obstante la intrahistoria del mismo es desgarradoramente cruel. Visitarlo es cuestión de gustos, como sucede con todo este tipo de lugares. Depende de las tragaderas propias.

                De ahí, rumbo al alojamiento (nos dejaron retrasar el check out gratuitamente), pasamos por el mercado. Para los amantes de los mercados  este está muy bien. Es amplio, colorido y escandaloso. Tiene todos los ingredientes de un buen mercado. Principalmente es de viandas, pero hay callejones aledaños con flores, ropa, y algunos objetos de segunda mano. Compramos alguna cosa y al pagar, al vernos extranjeros, se nos acercaron unos cuantos individuos con la intención de cambiar nuestros billetes en cambio más pequeño. Naturalmente declinamos la oferta.

                Ya de vuelta en el coche, rumbo a Zemun (aproximadamente 2 hora y media con parada para comer en una estación de servicio) Las afueras de Zemun, exceptuando algunos edificios pintorescos de la época yugoslava y algún parque, tiene poco interés, quizás pareciera una ciudad dormitorio de Belgrado.  Sin embargo, a medida que uno se va acercando al Danubio y se interna en el barrio portuario donde se encuentra la colina de Gardos, unos de los reclamos de la zona, las calles se estrechan, se enlosan, adoquinan o directamente se peatonalizan, para luego empinarse, y hacer que el lugar se vuelva más encantador y bonito.

                Tras la visita a Zemun fuimos al aeropuerto a dejar el coche y luego a Belgrado en taxi (los trayectos son unos 20 minutos cada uno aproximadamente) Nos alojamos en Panorama Central Apartments, sito en un edificio de la época  yugoslava, gris y vetusto, con un ascensor donde en cada viaje te la jugabas. El apartamento era antiguo, pero amplio y bien cuidado. Además, perfectamente situado, en el centro y cercano a casi todos los lugares de interés de Belgrado.

                Llegamos anocheciendo (sobre las seis y media) y a las siete ya andábamos dando pata. El clima, en esa época, excepto en el parque natural, fue muy agradable (de camiseta) entre las 10 y las 19 o 20. Las noches y las mañanas eran más frescas.

                El apartamento se encontraba en la trasera del edificio de la asamblea. En esta zona hay un par de edificios gigantescos,  el parque Pioneer  (justo en frente de la asamblea) y el popular bulevar Kralja Aleksandra. Atravesamos el parque (paralelo a la calle Kneza Milosa) y bajamos por unas escaleras hasta ir a dar a Kralja Milana. En la calle se veía que algunos de los antiguos negocios de los soportales de edificios estaban chapando; el comercio globalizado les estaba comiendo la tostada, aunque aún persistían curiosidades como la de un viejo cine, autentiquísimo, en el que aún proyectaban películas. En este caso dirigidas al público freak o de serie B. Además podías entrar a curiosear hasta la puerta de la misma sala (en el fondo de un largo pasillo lleno de carteleras). Luego subimos a la calle paralela, donde está el hotel Moscú, para tomarnos algo por los alrededores de la Plaza de la República, pasear un poco por el boulevard Kneza Mihaila y terminar en la calle Skadarlija para cenar en uno de sus bonitos restaurantes. El lugar es encantador y el restaurante Dva Jelena (donde comimos) estaba muy bien, aunque todos eran por un estilo. Dos curiosidades: La primera es que en todos los restaurantes cuando pides un plato que sea a base o contenga cerdo, y aunque lo explicite la carta, te recuerdan que contiene cerdo y te preguntan si estás seguro de que deseas comer cerdo; dices sí y listo. La segunda es que en la mayoría de restaurantes tradicionales (esto sucede en toda Serbia) hay músicos tocando canciones tradicionales. Los músicos le dan un aire típico, pero si no se quiere ser rodeado por músicos tocándote en la chepa es mejor evitar el contacto visual o cualquier tipo de interactuación de agrado (aplausos, silbidos…) Los precios en toda Serbia son asequibles y las raciones muy generosas. Luego fuimos a dormir.

DÍA 6: BELGRADO

                El siguiente día en Belgrado fue de madrugar, desayunar en una cafetería detrás de la asamblea, donde algunos coches se usaban a modo de tiendas de libros de segunda mano (cuando decimos algunos coches, serían unos 20 o más en la calle trasera de la asamblea). Desde allí, al salir, atisbamos la iglesia de San Marcos y hacía allí fuimos. Bajamos hacia el mercado Kralice Marije (actualmente en reforma, por lo que los puestos los han situado un poco más adelante en la misma calle) Es pequeñito, aunque curioso. La mayoría de viandas. De allí al bulevar Alenksandra donde se sitúan, por ejemplo, el monumento a Tesla frente a la universidad o el de Vuk Karadzic. La avenida, como ya dijimos, es popular y con algunas curiosidades. Los tranvías y los edificios le dan un aspecto retro al lugar, pero no deja de ser una avenida. Torcimos en Kneza Milosa y bajamos hasta Kralja Milana, en dirección a la catedral San Sava y al mercado Kalenik. Este, quizás, es el más grande y curioso de todo Belgrado. El paseo hasta ambos sitios se hace agradable. Hay espacios más abiertos y da la sensación de que se moderniza un poco la ciudad.

                A la vuelta del mercado pasamos por la facultad de medicina a comer algo, entre gente joven, en una cafetería aledaña. El patio trasero estaba muy bien. Luego pusimos rumbo a Kneza Milosa para cogerla desde abajo (allí están aún los restos del bombardeo de la OTAN de 1999) y luego llegamos al mercado Zenum, pasando por la estación de tren (un tanto gris y decadente) El mercado es curioso (normal) pero el edificio y su especie de plaza interna, con estructuras y colores poco convencionales, está bonita. Por cierto, en Serbia se fuma en todos los lados, mercados, bares… excepto en las iglesias en todos lados (abiertos o cerrados)

                La sinagoga (también la mezquita, aunque menos), en comparación con el resto de templos de culto, tiene un lugar marginal, medio escondida entre edificios, pero merece la pena darse una vuelta.

                Ya, con gran parte del trabajo hecho fuimos a Kneza Mihaila a curiosear dirección al muelle. Antes nos paramos en una terraza para contemplar el atardecer. Y digo bien. El chico estaba tan atareado con las mesas, que finalmente vimos el atardecer y aún no nos había tomado comanda, así que nos fuimos al muelle (lugar de moda con bares, pubs y restaurantes) Esta vez sí, a tomar algo. Cenamos en el restaurante tradicional “?” (así se llamaba) de subida. Muy recomendable. También pudimos pasear por los alrededores de la fortaleza, aunque no nos adentramos demasiado.

DÍA 7: BELGRADO - BARCELONA

                Ese día visitamos algún rincón que faltaba (mercado Skadarlija, mezquita Bajrakli) y visitamos algunos lugares del primer día con luz, antes de ir a la fortaleza. Queremos mostrar nuestra más sincera repulsa a los grafiteros que pintan monumentos históricos como si fuesen muros de un barrio; contra los otros no tenemos nada. Nos dedicamos a la fortaleza, aunque el zoo está al lado e incluso desde algunas zonas de esta se ven algunos animales, preferimos obviarlo. Ya la fortaleza te quita un poco de tiempo y creemos que es más interesante también. Comimos en Tri Sesira (en la calle Skadarlija) y luego fuimos en busca de una tienda vintage que anunciaban en las farolas. La tienda era auténtica. Finalmente recogimos redes y zarpamos de noche rumbo a casa.

DÍA 8: BARCELONA – GC

                Pues eso.

viernes, 1 de junio de 2018

ESLOVENIA (PULA Y TRIESTE): JUNIO 2018 (8DIAS)


ESLOVENIA (PULA Y TRIESTE): JUNIO 2018 (8DIAS)

Eslovenia (Bled, Bohinj, Ljubliana, Predjama, Piran, Skocjan), Pula (Croacia) y Trieste (Italia)

DÍA 1. Trieste-Bled

                Llegamos desde GC directos al aeropuerto de Treviso (afueras de Venecia). Allí habíamos contratado un coche. Como el avión llegó al mediodía teníamos tiempo para conducir y llegar a Bled con luz.

                En Bled nos hospedamos en Coman Apartaments. Unos bonitos apartamentos dentro de una casita de campo con un pequeño jardín. Esta cerca del centro y a unos 5-10 minutos del lago. Se admiten mascotas.

                Hasta Bled (desde Treviso) son unas 3 horas aproximadamente en carretera. Nota: En la frontera con Eslovenia se debe comprar una pegatina (tipo la de la ITV) que debes colocar en la luna delantera del coche. Existen de varios precios, según la temporada que se piense estar (circulando) por Eslovenia, y es obligatorio tenerla si se entra al país por alguna de sus fronteras terrestres. La nuestra fueron 15 euros.

                El Lago se puede decir que es el corazón, el pulmón, etc…  de Bled. Es donde está la mayor parte de la chicha. Las dos imágenes  icónicas del susodicho lago son la de la fortaleza (incrustada en el acantilado) y la pequeña isla (con su coqueta iglesia). Esta última se puede visitar en una especie de góndola grande (Pletnas). Como veníamos de carretera decidimos pasear alrededor del lago y estirar un poco las piernas ese día. El circuito está perfectamente preparado para pasear, correr o ir en bicicleta y se tarda una horita más o menos (contando con paradas y fotos) Los alrededores son animados. Hay terrazas, algunos lugares del lago están habilitados como pequeñas playitas (sin que ello disuada a turistas y lugareños a buscar cualquier rincón para montar la suya), zonas para deleitarse con el paisaje, y también un club de piragüismo (se notaba afición en la zona).

                Eran fechas de mundial y la selección jugaba. Ese día cuadró y cuando terminamos el paseo (atardeciendo) nos sentamos en la terraza del Devil’s Café & Bar a tomar algo, descansar y ver el partido (empatamos con Portugal) El sitio es agradable en la onda fast food o para tomarte algo, pero lo mejor es que la cocina cierra tarde. Ese día nos entretuvimos un poco en la terraza y cuando fuimos a buscar un restaurante (sobre 22:00) ya no te cogían comandas o estaban directamente cerrados. También hay algunas pastelerías buenísimas. A nosotros nos gustó mucho una (Hitri Kruhek) donde se puede degustar un pastel, típico de la zona, muy rico  (Kremne Rezine) Un paseo nocturno por las zonas más céntricas e iluminadas del lago también es aconsejable.

                El clima, durante todo el viaje, era agradable durante el día y, en todo caso, algo más fresco por las noches.

 

DÍA 2. Bled-Bohinj.

                Volvimos a la pastelería Hitri Kruhek, esta vez para desayunar. Utilizamos la mañana para visitar La Fortaleza y la isla.  Llegamos a La Fortaleza andando por un camino zigzagueante que subía la montaña desde el lago. Una pechadita. La Fortaleza es vistosa, bien conservada, y curiosa de visitar. Sin ser demasiado grande es entretenida y las vistas son de escándalo. Hay una cafetería y algunas tiendas de suvenires que recreaban la época. Precio: 11 euros por cabeza. Las entradas se compran en la propia entrada y también se puede llegar al lugar en coche.

                Obviamente, aprovechamos las visitas a los puntos más relevantes para ir de acá para allá por Bled y recorrer otras zonas. Bajando de la Fortaleza hacia la izquierda desembocamos en la iglesia Sv. Martina. Es una zona muy interesante, sin tantos turistas y con muchas casas y calles bonitas.

                Después fuimos a la isla y la iglesia. El trayecto lo tienes que contratar con las barcas. No se puede llegar en kayak, ni nadando; o sí… pero está prohibido. Hay una parada con barcas, cerca de la zona de terrazas, que te llevan al lugar (al más puro estilo gondolero) Te sueltan una horita en la isla y te devuelven al lugar de origen por unos cuantos euros. Tiene que esperar a que se llene la embarcación (10-12 personas aprox.) para salir. De esta excursión lo mejor es el paseo en barca. La isla y la iglesia, aun siendo curiosas, pierden un poco ese ambiente enigmático que les da la distancia y verlas perdidas en el medio del lago. Pero es el otro clásico de las cosas que hacer en Bled. Luego es pasear o tirarte desde una especie montaña rusa sobre la ladera contraria a la Fortaleza.

                Lo que sí nos pareció un timo es que además hubiese que pagar para entrar a la iglesia (6 euros) Es bastante pequeña y ornamentísticamente las hemos vistos mejores… y gratis. Una vez dentro es típico hacer sonar la campana (la de verdad, la del campanario, la que se escucha en los alrededores del  lago casi en cualquier momento) tres veces y pedir un deseo. (PD: Por ahora nada)

                Bohinj está a media hora en coche desde Bled. La Santísima Trinidad del lugar es: el lago con su pequeño casco histórico, la Cascada de Savika o subir al monte Vogel en el teleférico.

                El lugar sería como Bled (sin isla y sin fortaleza) algo menos edificado, más “asalvajado” y con un casco menos interesante. El lago, no obstante, es espectacular, las cascadas impresionantes y subir al monte caro. Hay varios circuitos de pateos por el monte, pero ninguno llega (que sepamos) al mirador.

                Comimos en Gostilna Danica, un lugar curioso de comida decente y a buen precio. A las cataratas se puede llegar (al principio del camino) en coche (20 min) o caminando (calculamos que un par de horas) Luego son otros 15 caminando hasta la entrada al camino de las cataratas, donde también se debe pagar. Desde allí hasta las cataratas se tarda lo que se quiera tardar. Además de tener unos trechos empinaditos, también es un lugar con mucho encanto donde apetece pararse, disfrutar del lugar, sacar alguna foto y buscar resuello. La catarata en sí es otra flipada… Preciosa.

                Volvimos a Bled y nos preparamos para cenar, esa noche sí, desde las ocho. La dueña del apartamento, que era de por allí, nos recomendó un asador típico. Y esa noche lo buscamos. Vimos uno parecido (Grill), pero creemos que nos equivocamos. La carta mostraba el precio de los platos (todos, excepto las ensaladas) por cada 100 gr. Parecía razonable y la comida era típica, con zona de brasas incluida… Pero, finalmente, el lugar resultó ser un fiasco. No podías elegir 200 gr de esto y 200 de lo otro. Las piezas mínimas rondaban los 800 gr. Afortunadamente nos dimos cuenta y no se nos fue la mano. Aunque la comida está muy bien, el trato era seco, y el precio, sacando cuentas, excesivamente caro. Además, la camarera que nos tocó nos intentó timar. Nos endosó cuatro bebidas más que no consumimos y en vez de reembolsar el dinero nos decía que no podía hacer nada o que nos daba agua o cerveza para compensar. Después del plumazo de la cuenta decidimos reclamar lo debido y conseguimos recuperar parte del dinero y 3 botellas de agua. Por supuesto, no dejamos propina.

DIA 3. Bled-Ljubliana. (1 hora)

                Llegamos en domingo. Nos hospedamos en Dimora Karlovska. Un apartamento curioso a unos 10 min del casco antiguo. En la prolongación del río.

                Al ser domingo pudimos visitar el bonito mercadillo de la ciudad. Era un típico rastro de cachivaches, antiguallas y curiosidades de toda clase. Nos encantó.

                La ciudad se extiende por la ribera del río. Hay varios puentes de interés que unen las dos riberas. Junto a uno de ellos (el tripe) está la zona principal del lugar con varios edificios de interés. Se puede seguir hacia el mercado por cualquiera de las dos orillas hasta el puente de los dragones (otro de los emblemáticos del lugar). La zona está salpicada de terrazas, tiendas curiosas, puestos… Es muy entretenida de pasear.

                Desde el puente de los dragones fuimos a Metelkova Mesto para ver los grafitis que, para nuestra sorpresa, nos indicó la chica de la info de turismo. La zona está a unos diez minutos a pie del centro y es algo más suburbial. Parece como si hubiese estado habitada por gente alternativa que habría tenido sus escaramuzas con las drogas duras, pero que ahora se quiere desprender de aquel estigma, manteniendo la postura alternativa. Aunque, actualmente, se puede decir que el lugar está casi deshabitado. Uno puede intuir  lo que pudo pasar allí en sus mejores tiempos, y, por supuesto, la huella que ha dejado sobre la arquitectura es evidente. Aún se mantenía una gran tienda de vinilos con auténticas joyas dentro de uno de sus ácidos edificios. No había turistas por la zona y aunque, al principio, el lugar impone un poco, nos resultó seguro.

                Fuimos a comer a la ribera del río al restaurante Aroma. Hay desde comida tradicional, pasando por filete a la vienesa, hasta llegar a las pizzas. El sitio es agradable y el precio razonable para la ubicación.

                Luego le dimos un par de vueltas más a los alrededores del río. Ambos lados son encantadores, pero el de la fortaleza, tiene, en nuestra opinión, más encanto y es donde están los lugares más vistosos.  Durante el paseo encontramos músicos callejeros, alguna curiosa escultura y varios mercados de artesanía y/o comida.

                Un amigo nos dijo una vez que Ljubliana se recorría en treinta minutos…exageró. Si se quiere ver con calma son necesarias cuatro o cinco horas. Otra cosa es disfrutarla…

                Decidimos visitar la zona comercial y nos dirigimos, callejeando, hasta llegar hasta el parque Tívoli. Ese día había un evento sobre David Lynch y un circo de amateurs, o algo parecido, para distraer a los niños. El paseo por el parque es agradable.

                Para compensar el clavazo de Bled cenamos en una franquicia de comida rápida.

DÍA 4: Ljubliana.

                Excursión a la fortaleza. Desayunamos en una pastelería de camino. La fortaleza fue semi-destruida por un terremoto y luego reconstruida, y, aunque el estado visual es óptimo, a nuestro parecer  la mezcla moderno-antiguo no es acertada. Pero hay que visitarla. Se puede subir  de varias formas (coche), nosotros fuimos andando. Es otro trecho de cuestas y escalones, pero el paseo es agradable si lo tomas con calma.

                Al terminar bajamos al mercadillo matutino. Nos encanta un mercadillo. Los puestos de la calle de frutas, verduras, flores o artesanía, eran curiosos y entretenidos de ver, pero el mercado cubierto fue un fiasco. Pequeño y poco vistoso.

                Volvimos a tener todo el día para pasear y volver a lugares que nos habían gustado. La ampliación de río, aun siendo en su mayor parte una zona residencial, les está quedando agradable y coqueta.

                Decidimos alejarnos del río para comer. Sarajevo’84 es una pequeña taberna semi-subterránea de comida típica, que parecía haberse quedado, efectivamente, en el 1984. En la televisión ponían eventos culturales y deportivos de esa época. Muy aconsejable. Quizás el más barato de todos hasta la fecha.

                NOTA: La comida en Eslovenia (como en el resto de los Balcanes) se basa en la carne y en las generosas raciones. En el lugar hablan poco inglés y algunos platos (Cevapci) tienen numerosos formatos (con yogur, salsas…) y si no controlas el idioma puede resultar útil mostrar fotos o señalar el plato de algún cliente que tenga lo que tú deseas pedir.

                Cenamos en un japo-fusión (Tokyo Piknik) en la ribera del río. Dentro de ser un lugar más moderno, de comida fusión, nos gustó y no fue demasiado caro.

DÍA 5: Ljubliana- Predjama -Pula

                Desde Ljubliana hasta el castillo de Predjama se tarda aproximadamente 1 hora. El castillo es notorio por haber sido residencia del conocido como en Robin Hood de los Balcanes. Aparte de esto, tanto la estampa (incrustado en la roca) como su interior (lleno de leyenda) son increíbles. Para recorrerlo hay que bregar con empinadas cuestas y escalones imposibles, pero es parte del encanto. Un detalle es tener el audio-guía gratis en español con la entrada (14 euros por persona)

                Hasta Pula son otros 90 minutos en coche. Se puede entrar en Croacia desde Eslovenia, con el DNI español. No es un trámite nada farragoso. Al entrar al país hay que tener en cuenta que hay muchas carreteras de peajes (aceptan euros y tarjetas) y no son demasiado baratos.

                Pula, habiendo recorrido Croacia anteriormente, no consideramos que sea la más encantadora de sus ciudades. Aunque sus apretadas calles, bonitos edificios, y el estar salpicada por pequeños o grandes restos históricos, la hagan digna de ser visitada. Se observa un tufillo a turismo playero ocioso que no nos terminó de convencer. No obstante, como decimos, el arco de Adriano, el templo de Augusto,  el anfiteatro… son lugares que hay que ver sí o sí.

                Comimos en una especie de cafetería (Cjenick) antes de seguir recorriendo el lugar. Al final resultó que Pula no era tan grande como habíamos pensado y la pudimos recorrer casi entera eses día, calmadamente. Por la noche la ciudad vieja es agradable, con terrazas para tomar algo y puestitos que visitar, aunque dirigido al tipo de turismo playero que antes nombrábamos.

                Cenamos en uno de los restaurantes (Jelovnick) de la plaza Forum. Normal, buen precio.

DÍA 6: Pula.

                No levantamos temprano para ver el mercado. Sin ser tan pequeño como el de Ljubliana, tampoco era apoteósico, daba algo más de juego. Como en el otro, los puestos del exterior (fruta, verdura, artesanía…) eran los que lo salvaban. Nosotros nos alojábamos justo enfrente en los apartamentos Collins Centro. Céntricos y muy bien decorados.

                Habíamos dejado de propio intento el castillo para este día. A sabiendas de que el camino era en cuestas y un poco tortuoso decidimos ir caminando. Cuando llegamos nos sorprendió con una curiosa exposición temporal sobre la historia del boxeo en la región. De resto, las vistas y el propio castillo eran simplemente curiosos.

                Como nos quedaba tiempo y ya habíamos visto todo lo que queríamos, decimos mimetizarnos y hacer lo que el 90% de los visitantes…  ir a la playa para relajarnos un buen rato. Lo de las playas croatas ya lo explicamos en otra entrada (Croacia). Son muy bonitas, pero sin arena, que es lo que preferimos nosotros. El alquiler de las hamacas también es un poco caro. De resto un diez (9,5)

                Ese día comimos en un restaurante (Tanja)a los pies del mercado. Normal. Y cenamos en una cafetería algo ligero.

                Si se va con prisas o se quiere ajustar días en las vacaciones, pensamos que a Pula se le podría dedicar una sola noche.

DÍA 7: Pula-Piran-Skocjan-Trieste.

                Esa noche, que podríamos haber rascado a Pula, hubiese sido perfecta para Piran. Son otros 90 minutos en carretera con cambio de país (volvemos a Eslovenia) nuevamente.

                Nota: En Piran para meter el coche dentro del pueblo se necesita un permiso de residencia (o algo parecido) de no tenerlo hay que aparcar fuera del pueblo (10min. andando) en los parkings habilitados.

                A medida que te acercas al pueblo desde la avenida, cuando callejeas por sus estrechas calles, al llegar a la plaza del monumento a Tartini (y otras muchas más coquetas), subir hasta  la torre de la iglesia de san Jorge… te gusta aún más. Es pequeño pero tiene una arquitectura veneciana muy llamativa y en cualquier momento, si apetecía, era posible darte un baño, ya fuese desde la playa; como desde los pilones de la ciudad. Fue una pena no haber podido visitar el castillo, parecía interesante. Como hemos dicho el sitio hubiese sido extraordinario para haber pasado una noche.

                Desde Piran a Skocjan hay otra hora en coche.  Como habíamos madrugado pudimos llegar también temprano a la entrada y realizar la visita (18 euros). Dentro de la cueva  el recorrido de varios kilómetros lleva una hora, pero cada minuto merece la pena. Es simplemente espectacular. Son grutas kársticas con estalagmitas y estalactitas de tamaños desproporcionados, puentes sobre inmensos acantilados o una de las bóvedas más grande y antiguas del mundo. No obstante, es patrimonio de la humanidad. La única pega es que no dejan sacar fotos o realizar filmaciones en su interior. La gente lo hacía de estraperlo, pero estaba prohibido. Llegar a la cueva dese el centro de información son 15 min y volver al centro depende de lo que se quiera tardar. Se puede subir directamente por un ascensor o darte un paseo de otra horita por los alrededores para ver la bonita cascada y paisajes naturales increíbles. Hay otro pateo más largo (de pago)

                Desde las cuevas a Trieste fueron unos 50 minutos. Allí nos hospedamos en Residencia Teresia. Un bonito apartamento, amplio, cómodo y bien situado.

                Sólo contábamos con ese día para ver Trieste, era una parada técnica para estar cerca del aeropuerto, pero el sitio tampoco es demasiado grande. Desde el alojamiento nos dirigimos a la plaza del canal y de allí a la Piazza Unita diItalia, para luego adentrarnos al casco antiguo propiamente dicho. Cuando hubimos paseado y comido (Ristobar de delizie) fuimos a visitar la zona más alta donde están la catedral y el castillo de San Augusto (interesante) El lugar es bonito y tienes unas cuantas ruinas romanas por los alrededores.

                El teatro romano en medio de calles asfaltadas y edificaciones modernas también merece un vistazo. Luego tiene unas cuantas iglesias (de distintos credos) curiosas y disfrutar de eso, poco más.

                Cenamos en La Tecia. Un restaurante con apariencia chic, precios razonables, pero comida normalita.

DÍA 8: Trieste-Treviso-GC

                Madrugar, desayunar en la carretera, llegar al aeropuerto y devolver el coche. Nota: El aparcamiento (durante todo el viaje), fuera de los alojamientos, solía ser en la calle. La mayoría de las zonas están controladas por parquímetros, pero se puede usar por 24 horas (o más) y no son demasiado caros.

                Vuelta a casa.