lunes, 1 de octubre de 2018

SERBIA Y BUDAPEST: OCTUBRE 2018 (8 DÍAS)


SERBIA Y BUDAPEST: OCTUBRE 2018 (8 DÍAS)
Budapest-Novi Sad, Subotica, Sremski Karlovci, Smederevo, Parque de Djerdad, Donji Milanovak, Felix Romuliana, Nis, Zemun, Belgrado

DÍA 1: BUDAPEST

                Tras casi diez años de nuestra anterior visita a Budapest;  lo poco que pudimos volver a tocar nos atrajo de la misma manera que aquella vez. Algunos artículos, sobre todo los dedicados al turista, y los taxis habían subido ligeramente de precio. Hay que decir que estos últimos también se han vuelto más pícaros y a excepción del aeropuerto, donde el precio es cerrado, en el resto de lugares cuesta un rato convencer al taxista para que ponga el taxímetro.

                Llegamos (una mujer y un hombre) a Budapest desde GC, en vuelo directo, sobre el mediodía. Decidimos quedarnos ese día hasta las 23 horas y luego coger la guagua hasta Novi Sad en el trayecto nocturno. También decidimos alojarnos en el Hotel Fortuna, ya que el sitio era bastante asequible, estaba cerca de la estación de guaguas (10 minutos) y, a parte de dejar el equipaje, permitía tomar una ducha antes del siguiente trayecto. El sitio es básico, pero limpio.

                Como dijimos ya habíamos estado ahí antes y el destino principal de este viaje era Serbia, por lo que simplemente recorrimos algunos lugares melancólicamente y llegamos a los pies del parlamento (que era lo que nos había faltado la otra vez) El alojamiento se encontraba a unos 25-30 minutos andando del Danubio. El extrarradio (de la zona de la estación al centro) es curioso. Hay algunos edificios modernos y luego los típicos mastodónticos. También hay parques y algunas tiendas curiosas, pero nada verdaderamente del otro mundo. Comimos de bajada al centro en Bécsi Szelet. Muy bueno y muy razonable de precio. Luego seguimos buscando el Danubio, introduciéndonos en el casco antiguo, mientras florecían rincones bonitos, encantadoras terrazas y locales de cambio de moneda. Todo fue muy relajado. Lo único destacado fue el pedazo de ribera del Danubio que nos faltó pasear la otra vez (la que va del Puente de las cadenas al Parlamento, por Pest) De camino vimos el monumento a los zapatos; rememorando así la etapa oscura de aquella Europa ocupada. Terminamos en la zona de tiendas y terrazas (alrededores de Váci Utca) para comprar algo para la guagua, por si nos entraba hambre. Por la noche el paseo por el Danubio, con los edificios iluminados, es muy recomendable. Luego al hotel.

                El billete de guagua lo habíamos cogido con FLIXBUS  y todo fue un despropósito. Sobre la 22:40, de camino a la estación, nos llegó un mensaje diciendo que se retrasaba la salida una hora. Hasta las 00:00. Eso ya fastidió, pero lo peor fue que el baño de la estación cerraba a las 21 horas y que la propia estación lo hacía a las 22 horas, por lo que estuvimos 2 horas,  a la fresca, esperando que llegase nuestra guagua. Cuando llegó, ávidos por ir al baño, comprobamos que el nivel de limpieza del mismo era bastante deficitario. La guagua hace algunas paradas técnicas (2) para estirar las piernas, comer algo u orinar en baños, algo más limpios, de estaciones de servicio. También hacen otra parada en la frontera con Serbia para presentar la documentación y poder entrar al país. En el caso de los europeos vale con el carnet de identidad, pero conviene llevar el pasaporte. Incluso si lo presentas lo reciben y lo sellan (valen las dos opciones). Mejor tener las dos. 

NOTA: COGER UN COCHE DESDE CUALQUIER PAÍS FRONTERIZO PARA ENTRAR EN SERBIA Y DEJAR EL COCHE AHÍ SUBE CONSIDERABLEMENTE LA FACTURA. Y EN SERBIA SI VAS A SALIR DEL PAÍS CON EL COCHE TIENES QUE AVISAR EN EL RENT A CAR, YA QUE LOS PAPELES TIENEN UN SELLO QUE PROHIBE LA SALIDA DEL VEHÍCULO FUERA DE LAS FRONTERAS SIN AUTORIZACIÓN (Y TAMBIÉN SUBE LA FACTURA)

DÍA 2: NOVI SAD-SUBOTICA-SREMSKI KARLOVCI-NOVI SAD

               

                Llegamos un poco antes de las 5 de la mañana. En el alojamiento se portaron maravillosamente y nos fueron a buscar a esa hora a la estación sin coste adicional. El lugar (Hotel ARHIV) está perfectamente situado y bastante cuidado. El desayuno está incluido en el bar de abajo y también está buenísimo. La guía decía que había que avisar a la policía serbia si ibas a pernoctar en esa ciudad, pero nosotros no lo hicimos y tampoco tuvimos ningún problema por ello.

                Apenas sin haber descansado nos refrescamos, desayunamos y fuimos a explorar un poco la zona. Nos acercamos a la Plaza de la Libertad donde están lugares como el ayuntamiento y la catedral católica, para luego pasear por la avenida principal (Zmaj Jovina), cambiar algo de dinero e ir a buscar el coche a la oficina de Sixt. No encontramos otras compañías que permitieran coger el coche en un lugar y dejarlo en el aeropuerto de Belgrado sin desplumarte y esta era bastante asequible…  pero hasta ahí todo lo bueno.  El coche estaba rayado, por lo que tuvimos que ser minuciosos a la hora de firmar por la recogida. Cada dos por tres le saltaban luces en el salpicadero y el GPS se desconectaba. Encima sólo hablaba en inglés y serbio… Una aventura.  

NOTA: LAS VÍAS PRINCIPALES ESTÁN BIEN, QUIZÁS LOS LUGARES MÁS RECONDITOS PUEDAN TENER PEORES ESTRUCTURAS, PERO DE GENERAL NO SON CARRETERAS PELIGROSAS. TAMBIÉN HAY QUE TENER EN CUENTA QUE PARA APARCAR EN EL 95% DE LOS LUGARES EN SERBIA HAY QUE PAGAR AUNQUE SEA EN LA CALLE. PERO EL SISTEMA ES A TRAVÉS DE MENSAJES DE TEXTO O COMPRANDO TICKETS EN ESTANCOS. NO HAY MÁQUINAS PARA MONEDAS, NI BILLETES, NI NADA. ES MUY RARO Y NO SIEMPRE HAY ESTANCOS CERCANOS.

                Es importante comentar que en Serbia no encontramos taxistas pícaros. Todos ponían taxímetro, aunque, como comentaremos más adelante, también tienen peculiaridades.

                Del rent a car a Subotica fue un poco más de una hora, como no nos fiábamos de los mensajes y no encontramos kioskos, aparcamos en las afueras en una comunidad de vecinos que no avisó a la policía. Una curiosidad es que sólo vimos garajes privados en Belgrado y pocos.

                Subotica es pequeño. La zona de las calles típicas y los edificios Art Nouveau es muy reducida y fácil de recorrer. Si se madruga puede servir para ver  tranquilamente el ayuntamiento y el teatro nacional o salir hacía la universidad y ver otras cosas menos típicas, pero interesantes.

                Comimos temprano, algo ligero, en La Piazza para contar con tiempo para seguir disfrutando de Subotica y poder visitar el pueblito de Sremski Karlovci a hora y media de carretera. Aquí, por ejemplo, el último trecho era más complicadillo. Volvimos a usar la estrategia de aparcar en un aparcamiento vecinal.

                Si Subotica era chica, este es diminuto. Casi todo gira alrededor de la plaza y saliendo de ahí la cosa pierde interés. El sitio invitaba  a tomar algo en alguna terraza o comer algo si no se había hecho ya. Por cierto, cuando volvimos al coche, un vecino ya estaba llamando a la policía por haber aparcado allí. Por suerte volvimos a tiempo para quitarlo y no pasó nada.

                Volvimos a Novi Sad (15 min de carretera) con tiempo para verlo con calma. Hablando de tamaños hay que distinguir una cosa. Aunque es la segunda ciudad de Serbiat,l tosdo lo interesante está en un casco antiguo mediano. Las afueras en su mayoría son zonas residenciales o de trabajo y carecen de mucho interés. Aparte de la Plaza de la Libertad y los alrededores a la peatonal Zmaj Jovina los lugares emblemáticos son: la calle Pasiceva, Dunavska, Saborna Crkva, etc. Y por supuesto pasar de un lado a otro entre callejones y bonitas calles. 
                El ambiente es animado por las noches. Ese día nos dio tiempo hasta de salir un poco a las afueras y volver a los alrededores de la plaza a tomar algo frente a la plaza (Restaurante-Bar Modena). Un sitio de moda muy agradable a precios razonables. Luego fuimos a cenar al restaurante del Hotel Fontana. La comida no estaba mala y el lugar era pintoresco, pero tampoco nada del otro mundo. Sin ser caro fue de las facturas más elevadas en lo que se refiere a comidas. Luego a descansar. Estábamos rotos y preferíamos madrugar a estirar la noche.

DÍA 3: NOVI SAD-SMEDEREVO-PARQUE DJERDAD (DONJI MILANOVAK)

                Madrugamos, desayunamos y le dimos una última vuelta a la zona aledaña antes de ir a la Fortaleza de Petrovaradin. La visita es entretenida, tiene una zona bohemia de galerías de artistas y el conocido como reloj loco, amén de las correspondientes vistas del lugar. Está a 10 minutos en coche y se puede aparcar arriba del todo. De lo contrario es una pechada.

                Hasta Smederevo son dos horas. Es donde empieza la ruta de las fortalezas. La suya, a causa de la industria siderúrgica, estéticamente hablando, tiene una parte cuidada, pero otra bastante desmejorada visualmente desde el exterior. Luego está la Plaza Central con la Iglesia de San Jorge, Karadordev dud (un árbol) y poco más. De todas formas elegimos el lugar para hacer una parada, estirar las piernas, comer algo (en la cafetería Fontana) rápido y seguir para el parque de Djerdarp y llegar a Donji Milanovak (2 horas por el parque), que era donde pasaríamos la noche. Smederevo no fue gran cosa desde el punto de vista del curioseo (excepto la fortaleza). Aparcamos en la calle y pudimos adquirir los tikets del parking por horas en un quiosco.

                De camino a Donji Milanovak se puede parar a ver la Fortaleza de Golubac y las ruinas de Lepenski Vir, fuera de esto los miradores están más preparados para cagar que para disfrutar del entorno. No estaban nada cuidados. La maleza se había hecho fuerte y las zonas, a excepción de las dos anteriores, nos decepcionaron un poco.
              El pueblo, no obstante, aunque pequeño es interesante. Nos alojamos en Apartaman Marjanovic,  unos edificios con pinta de viviendas  sociales enfrente del Danubio. El lugar es muy reducido. Hay varios lugares de pateos, pero como pueblo es pequeño. Lo interesante es que está en el medio del parque y que está literalmente a la orilla del Danubio, en un entorno inigualable.

                Tras visitar los alrededores nos tomamos algo y cenamos en Kafana Carobna Ribica Un lugar peculiar que estaba hasta arriba de locales. La comida normal y el ambiente bueno. NOTA: EN SERBIA SE PUEDE FUMAR CASI EN TODOS LADOS.

DÍA 4: PARQUE DJERDAD (DONJI MILANOVAK)-FELIX  ROMULINA-NIS

                Como casi siempre madrugamos. Desayunamos en una panadería tradicional frente a un colegio. Una de las tantas pastelerías típicas del lugar. Esta nos hizo gracia porque paraban los niños para ir al cole, los trabajadores… y hasta la policía. Aunque pequeña estaba bastante transitada. Luego dimos un paseo por los alrededores (ribera del río y pueblo) y cogimos el coche para acabar de recorrer el parque (hacia el otro lado) Esta parte es mucha más vistosa. Aparte de que los miradores están acondicionados y hay cosas que ver, las propias vistas se vuelven más hermosas. Las gargantas se estrechan y crecen los acantilados, pudiendo ver pequeñas iglesias y/o castillos en salientes o rocas en el río. Nosotros nos propusimos llegar a la cara esculpida del Rey de Dacia. Es una escultura imponente en la otra ribera del río (Rumanía) Cuando la vimos, sobre todo por falta de tiempo,  deshicimos parte del camino para salir del parque rumbo a las ruinas de Felix Romuliana (hora y media) El complejo es discretito. Tiene unas zonas más mantenidas (en mejor estado), pero la mayoría necesita una pasadita y, quizás, algo de interés en restaurarlo. El sitio sirvió para estirar las piernas antes de ir a Nis, que era nuestro siguiente destino (casi dos horas más de coche)

                Nis es un lugar pequeño, pero encantador.  El centro (lleno de garitos y tiendas), la fortaleza (convertida en un parque precioso) o, más alejados, la Torre de los Cráneos  y el campo de concentración Cruz Roja, merecen una visita.

                Llegamos con tiempo (luz) para ver los templos y estatuas de rigor mientras nos ubicábamos en el sitio. Recorrimos el centro y nos fuimos a la fortaleza hasta que cayó la noche. El lugar, tanto dentro, como fuera (río) está dotado de tasquitas, bares y algún restaurante. Recorrer el parque paralelo a la muralla principal es intersesante. Por las noches esa zona se llena de gente joven haciendo botellón a lo grande... muy a lo grande.

                Cenamos en el restaurante Biser, cerca de la zona de las terrazas de moda. El lugar era más tradicional y aunque aparentaba ser de calidad (la comida y el entorno lo era) no fue caro.

NOTA: POR LA NOCHE, EN LAS INMEDIACIONES DEL PARQUE, HABÍA BANDADAS DE PÁJAROS A NIVEL EXAGERADO. LUEGO NO SABEMOS DONDE SE METIERON.

DÍA 5: NIS-ZEMUN-BELGRADO

                Desde nuestro espectacular alojamiento (NAR Royalton Apartments) a la Torre de los Cráneos fue un trecho que terminamos por hacer andando. Los taxis en Serbia (en Nis al menos) no paran en la calle. Vamos, que no los puedes parar levantando la mano. Tienes que buscar una parada (difícil desconociendo el lugar) o llamarlo (difícil cuando se ha salido del alojamiento y no sabes dónde decir que te recojan) Fue un trecho, pero entre el paseo y parar para desayunar llegamos al lugar a las ocho, y, aunque no abrían hasta las nueve o diez (no nos quedó claro), nos dejaron entrar y ver la torre .El sitio es interesante, pero solo está la torre. El resto de lugares de la zona carecen de demasiado interés.

                De ahí cogimos, esta vez sí, un taxi (en la parada) dirección fortaleza para visitar el campo de concentración nazi Cruz Roja, que se encuentra atravesando dicho lugar. Comparados con otros “museos” sobre la barbarie que asoló Europa en la segunda guerra mundial este es bastante más reducido y fácil de visitar. No obstante la intrahistoria del mismo es desgarradoramente cruel. Visitarlo es cuestión de gustos, como sucede con todo este tipo de lugares. Depende de las tragaderas propias.

                De ahí, rumbo al alojamiento (nos dejaron retrasar el check out gratuitamente), pasamos por el mercado. Para los amantes de los mercados  este está muy bien. Es amplio, colorido y escandaloso. Tiene todos los ingredientes de un buen mercado. Principalmente es de viandas, pero hay callejones aledaños con flores, ropa, y algunos objetos de segunda mano. Compramos alguna cosa y al pagar, al vernos extranjeros, se nos acercaron unos cuantos individuos con la intención de cambiar nuestros billetes en cambio más pequeño. Naturalmente declinamos la oferta.

                Ya de vuelta en el coche, rumbo a Zemun (aproximadamente 2 hora y media con parada para comer en una estación de servicio) Las afueras de Zemun, exceptuando algunos edificios pintorescos de la época yugoslava y algún parque, tiene poco interés, quizás pareciera una ciudad dormitorio de Belgrado.  Sin embargo, a medida que uno se va acercando al Danubio y se interna en el barrio portuario donde se encuentra la colina de Gardos, unos de los reclamos de la zona, las calles se estrechan, se enlosan, adoquinan o directamente se peatonalizan, para luego empinarse, y hacer que el lugar se vuelva más encantador y bonito.

                Tras la visita a Zemun fuimos al aeropuerto a dejar el coche y luego a Belgrado en taxi (los trayectos son unos 20 minutos cada uno aproximadamente) Nos alojamos en Panorama Central Apartments, sito en un edificio de la época  yugoslava, gris y vetusto, con un ascensor donde en cada viaje te la jugabas. El apartamento era antiguo, pero amplio y bien cuidado. Además, perfectamente situado, en el centro y cercano a casi todos los lugares de interés de Belgrado.

                Llegamos anocheciendo (sobre las seis y media) y a las siete ya andábamos dando pata. El clima, en esa época, excepto en el parque natural, fue muy agradable (de camiseta) entre las 10 y las 19 o 20. Las noches y las mañanas eran más frescas.

                El apartamento se encontraba en la trasera del edificio de la asamblea. En esta zona hay un par de edificios gigantescos,  el parque Pioneer  (justo en frente de la asamblea) y el popular bulevar Kralja Aleksandra. Atravesamos el parque (paralelo a la calle Kneza Milosa) y bajamos por unas escaleras hasta ir a dar a Kralja Milana. En la calle se veía que algunos de los antiguos negocios de los soportales de edificios estaban chapando; el comercio globalizado les estaba comiendo la tostada, aunque aún persistían curiosidades como la de un viejo cine, autentiquísimo, en el que aún proyectaban películas. En este caso dirigidas al público freak o de serie B. Además podías entrar a curiosear hasta la puerta de la misma sala (en el fondo de un largo pasillo lleno de carteleras). Luego subimos a la calle paralela, donde está el hotel Moscú, para tomarnos algo por los alrededores de la Plaza de la República, pasear un poco por el boulevard Kneza Mihaila y terminar en la calle Skadarlija para cenar en uno de sus bonitos restaurantes. El lugar es encantador y el restaurante Dva Jelena (donde comimos) estaba muy bien, aunque todos eran por un estilo. Dos curiosidades: La primera es que en todos los restaurantes cuando pides un plato que sea a base o contenga cerdo, y aunque lo explicite la carta, te recuerdan que contiene cerdo y te preguntan si estás seguro de que deseas comer cerdo; dices sí y listo. La segunda es que en la mayoría de restaurantes tradicionales (esto sucede en toda Serbia) hay músicos tocando canciones tradicionales. Los músicos le dan un aire típico, pero si no se quiere ser rodeado por músicos tocándote en la chepa es mejor evitar el contacto visual o cualquier tipo de interactuación de agrado (aplausos, silbidos…) Los precios en toda Serbia son asequibles y las raciones muy generosas. Luego fuimos a dormir.

DÍA 6: BELGRADO

                El siguiente día en Belgrado fue de madrugar, desayunar en una cafetería detrás de la asamblea, donde algunos coches se usaban a modo de tiendas de libros de segunda mano (cuando decimos algunos coches, serían unos 20 o más en la calle trasera de la asamblea). Desde allí, al salir, atisbamos la iglesia de San Marcos y hacía allí fuimos. Bajamos hacia el mercado Kralice Marije (actualmente en reforma, por lo que los puestos los han situado un poco más adelante en la misma calle) Es pequeñito, aunque curioso. La mayoría de viandas. De allí al bulevar Alenksandra donde se sitúan, por ejemplo, el monumento a Tesla frente a la universidad o el de Vuk Karadzic. La avenida, como ya dijimos, es popular y con algunas curiosidades. Los tranvías y los edificios le dan un aspecto retro al lugar, pero no deja de ser una avenida. Torcimos en Kneza Milosa y bajamos hasta Kralja Milana, en dirección a la catedral San Sava y al mercado Kalenik. Este, quizás, es el más grande y curioso de todo Belgrado. El paseo hasta ambos sitios se hace agradable. Hay espacios más abiertos y da la sensación de que se moderniza un poco la ciudad.

                A la vuelta del mercado pasamos por la facultad de medicina a comer algo, entre gente joven, en una cafetería aledaña. El patio trasero estaba muy bien. Luego pusimos rumbo a Kneza Milosa para cogerla desde abajo (allí están aún los restos del bombardeo de la OTAN de 1999) y luego llegamos al mercado Zenum, pasando por la estación de tren (un tanto gris y decadente) El mercado es curioso (normal) pero el edificio y su especie de plaza interna, con estructuras y colores poco convencionales, está bonita. Por cierto, en Serbia se fuma en todos los lados, mercados, bares… excepto en las iglesias en todos lados (abiertos o cerrados)

                La sinagoga (también la mezquita, aunque menos), en comparación con el resto de templos de culto, tiene un lugar marginal, medio escondida entre edificios, pero merece la pena darse una vuelta.

                Ya, con gran parte del trabajo hecho fuimos a Kneza Mihaila a curiosear dirección al muelle. Antes nos paramos en una terraza para contemplar el atardecer. Y digo bien. El chico estaba tan atareado con las mesas, que finalmente vimos el atardecer y aún no nos había tomado comanda, así que nos fuimos al muelle (lugar de moda con bares, pubs y restaurantes) Esta vez sí, a tomar algo. Cenamos en el restaurante tradicional “?” (así se llamaba) de subida. Muy recomendable. También pudimos pasear por los alrededores de la fortaleza, aunque no nos adentramos demasiado.

DÍA 7: BELGRADO - BARCELONA

                Ese día visitamos algún rincón que faltaba (mercado Skadarlija, mezquita Bajrakli) y visitamos algunos lugares del primer día con luz, antes de ir a la fortaleza. Queremos mostrar nuestra más sincera repulsa a los grafiteros que pintan monumentos históricos como si fuesen muros de un barrio; contra los otros no tenemos nada. Nos dedicamos a la fortaleza, aunque el zoo está al lado e incluso desde algunas zonas de esta se ven algunos animales, preferimos obviarlo. Ya la fortaleza te quita un poco de tiempo y creemos que es más interesante también. Comimos en Tri Sesira (en la calle Skadarlija) y luego fuimos en busca de una tienda vintage que anunciaban en las farolas. La tienda era auténtica. Finalmente recogimos redes y zarpamos de noche rumbo a casa.

DÍA 8: BARCELONA – GC

                Pues eso.