CHINA: 14 DÍAS/13NOCHES. ABRIL 2012
BEIJING (BADALING) – XI’AN – GUILIN (YANGSHUO) – SHANGHÁI.
En este viaje, en todos los
lugares que visitamos, nos fueron útiles para comunicarnos unas tarjetas que
hicimos para poder entendernos mejor. En China, obviamente, todo está en chino
y la mayoría de la población no habla otra lengua. Así que pensamos qué
situaciones se nos podrían presentar (comer, movernos…) e hicimos esas tarjetas
(con pronunciación fonética y todo) que ya hemos subido en un post anterior
(entenderse en china)
Fue necesario solicitar el visado
a la embajada.
Día 1) GRAN CANARIA – MADRID – PARÍS – BEIJING
Se
pierde un día en aeropuertos y aviones. Nosotros teníamos que llegar a la
capital china por la mañana (ese era el plan), pero nos pilló la huelga de
controladores franceses y perdimos la conexión en París. Nos decepcionamos un
poco. Creímos que íbamos a perder un día de nuestra estancia en China, pero
finalmente tuvimos suerte. Fuimos corriendo a la oficina de la aerolínea para
protestar y, para nuestro asombro, nos adjudicaron las dos últimas plazas en el
siguiente vuelo (en el día). Finalmente, en vez de llegar a primera hora de la
mañana, llegamos pasado el mediodía. Perdimos unas cuantas horas, pero pudo ser
peor.
Visitar Beijing por menos de 5
días, y más teniendo pensado realizar una escapada a la Gran Muralla, no nos
pareció una buena idea. Esta ciudad
ofrece infinidad de cosas que hacer, y lugares que visitar, a casi cualquier
hora del día.
Nuestro plan (un hombre y una
mujer), en Beijing, consistió en intentar tener tiempo suficiente para recorrer
la mayor parte de sus rincones a pie, degustar su gastronomía y, por supuesto,
tampoco olvidar sus monumentos más significativos.
En nuestra opinión (somos
isleños) las distancias son realmente enormes (aún dentro de la propia ciudad)
y se hizo necesario planear los movimientos por zonas. Desde el punto más
alejado hacia el centro de operaciones que habíamos escogido (cerca de la
Ciudad Prohibida) o al revés. De esta forma nos asegurábamos ir barriendo
grandes áreas y si luego nos gustaba algo especialmente tendríamos la
oportunidad de detenernos un poco más o visitarlo nuevamente en otro momento.
Un dato anecdótico es que Beijing
está situada estratégicamente para favorecer la electricidad estática y en
numerosas ocasiones (al agarrar una baranda, subirte a un taxi…) notamos en
nuestra propia piel el efecto de las pequeñas descargas que, a su vez, iban
acompañadas de un sonido eléctrico y una diminuta chispa.
Nos hospedamos en Days Inn
(Forbidden City, Beijing), al lado de un bonito parquito que llevaba a la
Ciudad Prohibida. Cominos algo ligero (tipo pincho) en un bar cercano al hotel.
Tras el tentempié nos tiramos a la calle, para familiarizarnos un poco con la
zona e intentar orientarnos, rumbo a la Ciudad Prohibida y Tiananmén (están una
enfrente de la otra). El lugar estaba infestado de gente, pasando de un lado a
otro, y de militares chinos. (NOTA: En la plaza está controlado el tránsito y no
dejan sacar fotos desde su interior). Dimos una vuelta por esta zona y
cuando nos quedamos satisfechos fuimos dirección a la avenida Quian men (más de
estilo europeo) y luego a Dashilar y alrededores. Las calles aledañas están repletas de restaurantes y tiendas de
estilo más tradicional. La zona es muy entretenida y por las noches encienden
los neones. Cenamos ahí.
Tenemos que confesar que, en
nuestro afán por conocer los lugares que visitamos caminando (en la medida de
lo posible), a la vuelta cogimos por el Barrio de las Legiones Extranjeras y nos
desorientamos un poco. Estuvimos dando pata durante, aproximadamente, dos horas
hasta llegar al hotel. La otra opción hubiese sido pillar un taxi, pero
queríamos orientarnos y lo conseguimos. Además pudimos ver como los vecinos de algunos
barrios quemaban inciensos y velas en las entradas de sus casas o portales. Muy
curioso.
Día 2) BEIJING
Este
día, desde temprano, nos dirigimos a la Ciudad Prohibida. Esta vez para
visitarla por dentro. Inmensa y grandiosa. Al terminar la visita pusimos rumbo al Parque
Jingshan (barrera feng shui de la ciudad).
Un lugar encantador donde pasear y visitar su templo, en lo alto de una
loma, son sus principales atractivos (la vista desde el templo ofrece una
perspectiva aérea de la Ciudad Prohibida)
Beijing nos sorprendió,
principalmente, porque pese a ser una ciudad, como ya apuntamos antes, infinita
y llena de contradicciones, sigue conservando su aspecto imperial casi intacto.
Efectivamente, el tráfico es caótico, encuentras calles atestadas de gente, hay
barrios más modernos, zonas comerciales masificadas y construcciones de un
socialismo a la rusa, pero en la calle no sufrimos agobios. Los lugareños
(excepto los vendedores de las zonas más comerciales) tienen un ritmo más
calmado y autóctono que por ejemplo en Shanghái. Y es habitual ver a mujeres en
pijama por la calle, señores jugando juegos de mesa, sacando su pájaro
enjaulado a pasear… Para ver esto último se hace necesario patear.
Seguimos nuestra excursión hacia
las torres de la Campana y el Tambor, cruzando puentitos, pequeños parques y
viendo el día a día de la población local. Una vez ahí, dimos un paseo por
Nanluogu Xiang (animada calle comercial) y los bonitos hutongs de la zona. En
Nanluogu Xiang se puede comer en cualquier lado.
Luego, entre calles con
farolillos rojos, templos, grandes edificios de negocios y casas clásicas, aprovechando que se acercaba
la tarde, nos dirigimos al centro comercial Yashow (en la zona de Sanlitún). El
camino es interesantísimo y el centro comercial es la bomba. Eso sí, hay que
regatear duro. Hay otros centros comerciales de marcas occidentales, pero con
Yashow a nosotros nos pareció suficiente.
En los alrededores de la zona se
puede cenar en auténticas maravillas de restaurantes. Nosotros esa noche elegimos
vietnamita (Va Va Voom), pero volvimos a cenar otra noche pato a la pequinesa
(ya contaremos).
La vuelta la hicimos en taxi al
hotel.
Día 3) BADALING (EXCURSIÓN) Y BEIJING
Una visita que no puede faltar,
si uno se encuentra por los alrededores de Beijing, es la de la Gran Muralla
China. Construida para defender la frontera norte del Imperio Chino de sus
diferentes atacantes, en ella, según dice, se encuentran enterrados muchos de
los trabajadores que perecieron durante la construcción de la misma.
Existen numerosos lugares desde
donde se pueden visitar sus tramos. Unos más en ruinas y otros mejor
conservados. La mayoría de hoteles te hacen pequeños tours de un día, en los
que además de ver la Gran Muralla te llevan a otros lugares de interés
turístico. Nosotros preferimos ir por nuestra cuenta a Badaling (+/- 4 horas de
carretera ida y vuelta), que es la parte mejor conservada según las guías. Nos
buscamos la vida para buscar a alguien que nos pudiese llevar. El elegido fue
un taxista con el que pactamos un precio equitativo (pero barato) en función de
los que se barajaban en las excursiones programadas. Preferimos obviar los otros
puntos de interés (Tumbas Ming, algunos templos…), aunque el taxista nos lo
ofrecía por el mismo precio, un poco por tiempo (preferíamos vivir algunas
aventuras más en la ciudad) y, un poco, porque después de haber estado en la
Gran Muralla pensamos que cualquier otra
cosa de los alrededores nos iba a resultar insignificante. Es verdaderamente
grandiosa.
Alrededor de la muralla hay
restaurantes, tiendas de suvenires, etc… Los precios, aunque algo más caros,
eran baratos. En general China no resultó ser cara.
El taxista nos dejó por la zona
del hotel pero, como habíamos madrugado mucho, aún contábamos con varias horas
de sol.
Para terminar el día improvisamos
otro circuito que nos llevó desde la Ciudad Prohibida hasta Xidan y alrededores
(de camino nos encontramos imponentes edificios de corte comunista). Comimos en
un restaurante, donde con ayuda de nuestras tarjeta y el amable dueño del local
(no hablaba inglés) nos pusimos hasta las cejas. Luego seguimos por el parque de
Beihai (Torre Blanca), andando, dirección a Chaoyang (norte y sur) para
inspeccionar la zona y terminar el día en la zona comercial de Dongchang’an.
El lugar es de un bullicio y jolgorio
importante. Existen numerosos (infinitos) puestos de comida (Mercado Nocturno
de Dong’an Men). Hasta incluso una de sus calles (Wangfujing) ofrece una oferta
de insectos, estrellas de mar y otras rarezas. Sin duda, aunque es un lugar muy
turístico y comercial, hay que darse un buen paseo por la zona (mejor de noche)
Día 4) BEIJING
Otra
vez madrugamos y fuimos dirección al parque del Templo del Cielo. Muy bonito.
Si se va temprano, en el parque, se puede ver gente haciendo ejercicios
tradicionales, bailando, cantando… es muy, muy, diferente y atractivo de ver.
Tras ver el templo, y pasear por el parque, recorrimos un poco los barrios
adyacentes para ir al Mercado de las
Perlas y ver alguna cosa. Comimos allí.
Cargados con las compras fuimos hacia
la zona de Quian men, pero pasando por algunos barrios más al sur (no fuimos
directamente). Por la zona nos encontramos varios mercados tradicionales
atestados de lugareños comprando o, incluso, peluqueros y dentistas que
trabajaban a pie de calle. Muy auténtico. Por estas zonas también había muchos
lugares donde se masajeaban los pies (reflexología) y nos animamos a que calmasen
nuestros incipientes calambres. Una cosa llevó a la otra y también nos dimos un
masaje integral.
Tras los masajes fuimos a tomar
unas cervezas por la zona, luego al hotel a dejar las cosas, una última vuelta
y para cenar fuimos (en taxi) a comer pato a la pekinesa al restaurante Beijing
Dadong Roast Duck (en Salitún- Chaoyang). Muy bueno. Es algo selecto, pero no
caro. Tampoco se ponen con remilgos estéticos (ni de moda) para que entres a
comer. Eso sí, el restaurante se llena. Hay que ir temprano o tener algo de
paciencia.
Día 5) BEIJING
Lo
primero… madrugar. Este día nos pusimos rumbo hacía el parque Ming Chéngqián Yizhi
Gongyuánen para ver algunos restos de la antigua muralla y disfrutar de las
magnolias en flor. Desde allí,
caminando por varios barrios, hacía Yong He Gong (templo lama). El templo es
inmenso y muy bonito. Muchos lugareños se acercan para hacer ofrendas de
inciensos, frutas, flores… Muy aconsejable.
A esas
alturas no nos quedaba mucho más por ver, por lo que decidimos darnos un salto
por el distrito de arte, darle otra vuelta a Salitún, comer algo, ir al distrito
financiero y desde allí al hotel, para
terminar por la zona de Dongchang’an. También se agradeció otro masajito en los
pies (que gusto, oye).
Día 6) BEIJING – XI’AN
La zona es conocida, sobre todo,
por su cercanía al yacimiento arqueológico donde se encuentran los
archiconocidos y asombrosos Guerreros de Terracota. No obstante, el lugar tiene
otros encantos, y aparte de poder perderse por la ciudad vieja y el barrio
judío existen otros lugares de interés, eso sí, ensombrecidos por lo
impresionante que resulta haber visto los Guerreros.
Dentro de la muralla, en Xi'an,
existen dos zonas no del todo delimitadas: la antigua (más interesante) y la
moderna. Es un curioso contraste, ya que se va pasado de una a otra sin darse
mucha cuenta.
Llegamos temprano (cogimos el
avión a las 07:00). Es importante madrugar. Desde el aeropuerto a la ciudad el
paisaje era bastante desolador. Numerosas urbanizaciones, aún en construcción,
compuestas por torres de edificios iguales, alguna central que parecía nuclear
y una inmensa llanura (esto no fue tan malo), fue todo lo que vimos hasta
llegar hasta las inmediaciones del centro de Xi’an (dentro de la muralla).
Nos hospedamos cerca de la Torre del Tambor en
el hotel Citadines Central Xi’an. Un lugar correcto y bien situado. Ese día
entero recorrimos todo el interior de la muralla (Barrio Musulmán, torres de la
Campana y el Tambor…) y partes aledañas del exterior. Las zonas más
tradicionales son preciosas y muy íntimas.
Comer tampoco es un problema. Hay
de todo.
Día 7) GUERREROS DE TERRACOTA (EXCURSIÓN) Y XI’AN
Bajo nuestro punto de vista se
hacen necesarias 2 noches para, aparte de ver los Guerreros de Terracota, poder
disfrutar de la ciudad con calma y conocerla más intensamente. Sólo la
excursión para ver los Guerreros, y si se opta por no realizar otras excursiones,
puede llevar más 5 horas de las cuales aproximadamente 2 son de carretera
(ida y vuelta).
La historia cuenta que buscando
agua en la zona, en vez de eso, encontraron a estos famosos guerreros, que el
primer emperador de la dinastía Qin había mandado a enterrar junto a él para
que le defendiesen de sus enemigos en la otra vida. El hombre debía tener malas
pulgas. Con respecto a los guerreros hay que decir que no hay dos iguales.
Todas las figuras son distintas.
Saliendo temprano conseguimos
volver a Xi’an con bastante tiempo y, aparte de recorrer algunos lugares que
nos habían gustado el día anterior, nos dimos una vuelta tranquila por el
coqueto zoco y también visitamos la mezquita.
Día 8) YANGSHUO
Yangshuo es un paraíso. Un
paisaje compuesto por montañas de roca kárstica cubiertas de vegetación,
arrozales y rincones de cuento de hadas. Bañado por los ríos Li y Yulong la
modernidad china aún no ha entrado de lleno en el lugar y pasear, ya sea a pie
por la pequeña ciudad o alquilando una bicicleta y recorriendo sus tesoros
naturales y arquitectónicos, es una experiencia irrenunciable.
Optamos por pasar 3 noches en la
zona (2 en Yangshuo y 1 en Guilin). En Yangshuo nos hospedamos en el hotel
Riverview (justo enfrente del río). Simplemente encantador.
Si se madruga y se coge uno de
los primeros vuelos desde Xi’an se puede llegar sobre el mediodía al lugar.
Calculamos una hora y poco desde el aeropuerto hasta Yangshuo y, más o menos,
el mismo tiempo para ir desde Yangshuo a Guilin.
El camino hasta Yangshuo es
espectacular, paisajísticamente hablando, y lo mismo le pasa al propio
Yangshuo. Tiene una magia especial difícil de describir.
El primer día lo utilizamos para
recorrer el pueblito a pie y perdernos por cuantos más rincones mejor. Tiene varias
colinas (de la Dama, de la Cabeza de Dragón…), el pico Bilian, el parque y
muchísimos rincones preciosos. Desde la orilla del río se pueden ver bueyes de
agua paciendo en la otra orilla, barcas de bambú…. Gracias que hoy en día las
cámaras trabajan con memoria, si no hubiesen caído un buen número de carretes.
Hay muchas terrazas, restaurantes y bares. La mayoría con mucho
encanto. La cosa es elegir.
DÍA 9) YANGSHUO (EXCURSIÓN EN BICI Y PUEBLO)
El segundo día nos hicimos una
ruta en bici hasta el Puente del Dragón, de aproximadamente 600 años de
antigüedad. Recorriendo pequeños pueblos, arrozales, piscifactorías, imponentes
montañas, el circuito se alargó por, más o menos, 6 horas. Durante el recorrido se va viendo el día a
día del lugar y hay que hacer un gran esfuerzo para no parar cada 100 metros y
hacer una foto. Eso sí… hay que estar en forma. La pechada es intensa. Decían
que este circuito tenía 20-25 kilómetros.
Hay alguna ruta que otra más. Los
mapas con las rutas los dan con la
bicicleta. Para nosotros fue suficiente con una (dicen que la más
impactante). Al volver nos arreglamos y salimos a disfrutar del lugar.
Esa noche hubo tormenta. Antes de
que descargase compramos la cena y cenamos desde la terraza del cuarto mientras
tronaba y llovía a cántaros, pero con calor.
DÍA 10) GUILLIN
Abandonar Yangshuo nos dio mucha
pena, pero había que seguir el viaje y conocer Guilin. Como ya dijimos, si no
se van a visitar más arrozales, con un día (con su noche) pensamos que es
suficiente para perderse por la ciudad y conocer sus zonas más emblemáticas.
Otra cosa es encontrar un supermercado. Nos la vimos y nos la deseamos hasta
que encontramos uno. Aunque, sinceramente, excepto la fruta, comprar algo es
una lotería. Ves muchos productos pseudoapetecibles, pero debido a que está
todo en chino no sabes que es cada cosa.
La ciudad fue quizás la más
normalita de todas las que visitamos, pero tiene un par de parques impresionantes
y otros lugares dignos de ser vistos.
El parque de las Siete Estrellas es su
principal reclamo, pero, por ejemplo, las Pagodas Gemelas (del Sol y la Luna),
la muralla, la cueva de la Flauta de Caña… o, incluso, si se quiere ver un oso
panda, el zoo, son cosas interesantes que ver mientras se va de un lado a otro.
También montan un mercado nocturno bastante curioso.
Nos hospedamos
en el hotel Jing Guan Ming Lou Holiday. Bonito.
Al lado del Lago de Guillin y visitamos los lugares mencionados y algunos otros
por el camino.
Día 11) GUILLIN – SHANGHÁI
Shanghái, de una manera poco
fidedigna y a primera vista (entre otras cosas por sus dimensiones), podría
definirse como un Beijing moderno. Son necesarios, por lo menos, cuatro días
completos para hacerse una idea, más formada, de todo lo que abarca esta
alocada metrópoli china. La ciudad se puede dividir en 4 tipos de zonas (de
manera muy general). Casi todas ellas entremezcladas sin un patrón aparente:
1) Zonas Modernas: Sin contar con la zona
del Pudong, Shanghái está repleta de gigantescos edificios, luces de neón,
grandes centros comerciales, galerías de arte… Su perfil de rascacielos vistos
desde el Bund es realmente impresionante.
Por las calles nos pudimos
encontrar todo tipo de gente, con las pintas más locas imaginables, y mucho
extranjero residente en Shanghái. Además de un escaparate con tiburones.
2) Zonas Tradicionales: Existen varios
lugares de estilo tradicional. Unos más ostentosos como los Jardines de YùYúan
y otros menos impactantes, pero igual de interesantes, como algunas de las
calles gremiales que nos fuimos encontrando o algunas zonas de mercados.
3) Zona Colonial: La zona de la concesión
francesa, algunos pomposos edificios y hoteles de corte colonial, recuerdan los
años de intenso comercio con occidente. Uno de los productos más demandados era
el opio. No hay que olvidar que la maravillosa Shanghái actual también tuvo
un pasado.
4) Alrededores: Existen templos y puntos de
interés que nos obligaron a desplazarnos a la afueras de Shanghái. Gracias a
ello, y a nuestra devoción por caminar, descubrimos rincones realmente encantadores,
aunque, haciendo honor a la verdad, son pocos.
Llegamos sobre el mediodía y nos
hospedamos en Astor House Hotel. Muy bonito y bien situado. Ha alojado a
celebrities vintage (Einstein…). Cruzábamos un puente y estábamos en el Bund.
Antes de dirigirnos a la zona del
Bund (estaba atestado de gente) decidimos desviarnos por el interior, siguiendo
el afluente del rio (dirección oeste), para ver algunos barrios menos
abarrotados de turistas. Entre las curiosidades se pueden destacar que vimos
muchos novios realizándose las fotos nupciales o la curiosa forma de colgar la
ropa: metiendo por un hueco de la camisa o pantalón una tubería que descansa
sobre un soporte (mejor es verlo).
Comimos por ahí y luego, tras un callejeo
interior, terminamos en el Bund, desde donde las vistas del Pudong eran
impresionantes y el paseo muy agradable (aunque seguía masificado).
Dejando el Bund atrás fuimos
dirección a la Plaza del Pueblo y alrededores. Hay algunos parques y edificios
interesantes.
Una cosa muy típica para comer son los dim sum
(buenísimos), pero cuidado con la salsa (suele quemar).
El camino de vuelta nos llevó a los
alrededores de Nanjing . Es una zona de actividad intensa, con multitud de
centros comerciales, neones, tiendas, restaurantes, escaparate-acuario con
tiburones, etc. La zona está masificada de gente y es bastante escandalosa
(sobre todo de noche), pero también es bastante entretenida.
Día 12) SHANGHÁI
El Bund, como dijimos, estaba al
lado del hotel, por lo que aprovechamos, por la mañana, para darle otra vuelta,
sin tanta gente, y sacar algunas fotos. (NOTA:
Hay una réplica del toro de Wall Street
por debajo del paseo).
Existen tres formas de cruzar del
Bund al Pudong: en taxi, metro o tren psicodélico. Elegimos la segunda. La zona
sobre todo es de negocios (rascacielos de oficinas), aunque también hay alguna
zona comercial (cara y de escaso interés) y algunos reductos de las casas tradicionales
de los lugareños, que aún resisten la invasión del ladrillo. Había muchos
rascacielos en construcción y las zonas de viviendas se veían muy arrinconadas.
No sería de extrañar que de aquí a unos años ya no quedara ninguna. Subimos al
WFC (turistada), pero sinceramente no nos mereció la pena. Mucha polución, que
empobrece las vistas, y un mareo innecesario (el ascensor subía a una velocidad
endiablada y se nos taponaron los oídos). Los amantes de la arquitectura
moderna, sin duda, disfrutarán más del lugar, aunque para fotos toda la zona da
bastante juego.
Tras la visita al WFC, el mareo,
y haber desayunado, tomamos el metro para dirigirnos Tianzifang (zona de
callejones típicos y tiendas coquetas) y
de la Concesión Francesa. El lugar es bonito, con boutiques y alguna terraza.
Ideal para pasear. Paramos para comer. Desde aquí seguimos la estrategia del
callejeo hasta llegar a la zona de Jing’an, donde se encuentra el templo Golden
Jing an. La estampa de lo moderno y clásico, si cabe, aquí es más explícita. La
zona, descontando el templo (que tampoco es modesto), está repleta de glamurosos
centros comerciales caros de marcas occidentales (tipo “milla de oro”) y un
rinoceronte al que hay que frotarle el cuerno.
Seguimos hacia la M50, para ver
lo último en arte chino. De ahí al hotel, callejeando por el norte. Cenamos en
los alrededores del hotel.
Día 13) SHANGHÁI
Cada
día, tuviésemos que andar o coger metro, intentábamos salir hacia un lado
diferente desde el hotel. Queríamos huir de los lugares que ya habíamos visto.
Esta vez, para ir hacia el templo del Buda de Jade, nos desviamos por Hongkou
para coger el metro desde allí. Por el camino nos llamaron la atención unos
centros comerciales a la asiática, mercados callejeros, puestos de comida… muy
interesantes. Tomamos nota para volver en otro momento.
Ya de por sí, salir del meollo da
otra vista de Shanghái. Aunque tampoco con muchísimo encanto. Había zonas de
embajadas, edificios glamurosos y a unas cuantas calles y zonas más desfavorecidas.
El templo es bastante grande e
interesante. Desayunamos por la zona.
Volvimos a dejar de lado el
transporte público y, mapa en mano, fuimos a conocer los Jardines de Yuyuán. El
camino es muy entretenido y los jardines, con sus estanques con carpas de
colores, puentitos, pagodas… son maravillosos. Toda la zona es muy movida y se
puede encontrar de todo (compras, comida…). Por ponerle un pero, podríamos
decir que la zona vende una imagen más de la China que conocemos en Europa,
pero a lo magnificado (multiplicado por diez). Tras la obligada visita al parque
comimos y nos pusimos en marcha rumbo a Middle Fang-bang Road. Esta zona tiene
un encanto especial. Muchas de las tiendas son partes de la propia casa y
nosotros vimos pocos turistas en relación con otros lugares. Si se quiere
visitar a fondo (no es pequeño) lleva su tiempo.
Para terminar seguimos andando
hasta el hotel, nos refrescamos y luego
pasamos la noche entre el Bund, tomando unas copas en la terraza del Atanu y
por los alrededores de Nanjing, donde cenamos.
Día 14) SHANGHÁI – PARÍS – MADRID – GRAN CANARIA
Este
día nos lo tomamos con calma. Era el último, pero como el avión salía de noche
disponíamos de todo el día para seguir recorriendo la ciudad. Verdaderamente ya
habíamos visto casi todo lo que queríamos, por lo que desayunamos en el hotel
(no incluido) y fuimos a Hongkou, que era la zona que nos llamó la atención el
día anterior. El lugar, aunque no tan impoluto como la zona del Bund, tiene ese
encanto tradicional que es difícil de encontrar en Shanghaí. El área comercial
es una locura y los puestos de comida en la calle están de escándalo.
Tras
pegarnos toda la mañana por allí, andamos a las partes más céntricas para darles
un último repaso. Este día, como estábamos molidos, aprovechamos para darnos un
último masaje antes de coger el taxi hacia el aeropuerto.
Sin duda China es un país de
contrastes. De costumbres y usos completamente diferentes a los occidentales,
pero el verdadero contraste se da dentro de la propia China
(dentro de una misma ciudad).
E.JOTA
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