JAPÓN 13 DÍAS. NOVIEMBRE 2014
Ante todo decir que el viaje a Japón lo decidimos hacer con
muy pocos días de antelación y quizás por eso nos costó bastante organizarlo,
ya que íbamos a contra reloj.
Nosotros decidimos llevar los hoteles reservados desde casa
para no perder tiempo en buscar alojamiento por el camino, lo cual nos obligó a
planificar la ruta antes de salir. Los hoteles, aunque no baratos, eran todos
bastante correctos. Las habitaciones tiraban a pequeñas, pero para nosotros era
suficiente.
El recorrido interior lo hicimos en tren para lo que vemos muy
práctico la adquisición del Japan Rail Pass (JRP) y la reserva de asientos. Si
quieres más información sobre cómo conseguirlo visita la página oficial. Los
trenes son sumamente puntuales y está todo muy bien organizado, lo cual facilita
los desplazamientos.
Algo que nos facilitó mucho el recorrido y que no habíamos
hecho antes fue el envío del equipaje, de una ciudad a otra, por medio de empresas privadas. En nuestro caso lo
enviamos desde Kioto hasta Tokio, a la que llegamos tres días después de dejar
la primera. Este servicio se puede contratar desde los hoteles o en las propias empresas de transporte.
Viajamos en otoño. Viajar durante esta estación hizo
que los paisajes que vimos fueran maravillosos.
La gama de colores iban del marrón al amarillo pasando por el rojo,
naranja, verde… Un auténtico espectáculo para los sentidos. Hacía un poco de
frío para nosotros, porque tenemos la suerte de vivir en Canarias, pero nada
que no se pudiera sobrellevar con algo de ropa térmica.
Japón es un país muy limpio, hasta en el parque más
recóndito los baños públicos son un ejemplo de pulcritud, sin duda es el país
asiático más limpio de los que hemos visitado. Está prohibido fumar mientras
caminas, solo se puede hacer en las zonas habilitadas para fumadores que están
correctamente señalizadas y limitadas.
No tuvimos ningún problema a la hora de comunicarnos con la
gente en oficinas de JR, estaciones, restaurantes, tiendas, oficinas de
turismo, etc. De hecho una de las cosas que nos sorprendió muy gratamente fue
que, incluso, en algunos lugares encontramos mapas e información en español.
Día 1: Aeropuertos (Gran Canaria – Madrid – Estambul – Kioto)
Día 2: Llegamos a Kioto a las diez de la noche, recogimos el
equipaje y nos dirigimos a la oficina de cambio que estaba justo a la derecha
de la puerta de salida de pasajeros y que, para nuestra sorpresa, estaba abierta.
Sobre esto decir que en toda la información que buscamos
antes, incluida la página oficial del aeropuerto de Kansai, decían que la
oficina de cambio a la hora que llegaba nuestro vuelo estaría cerrada. Por ello
hicimos un pequeño cambio de moneda en el aeropuerto de Madrid, cambio que nos
resultó menos favorable del que pudimos hacer una vez en el país. De hecho, fue en el aeropuerto de
Kansai donde el cambio estaba mejor.
Una vez que ya teníamos nuestros yenes nos dirigimos a la
oficina de JR para coger el billete de tren que nos llevaría hasta la ciudad.
Llegamos a la estación de Kioto y justo frente a la entrada principal
estaba la torre de Kioto y, a pocos paso,s nuestro primer alojamiento por cinco
noches: Hotel Hokke Club Kioto.
Dejamos las maletas, salimos a estirar las piernas y ver si
había algo abierto para comer algo. Tuvimos suerte, en Japón hay edificios enteros
con restaurantes en cada planta y en uno de ellos, no muy lejano a la estación,
encontramos un restaurante muy bien ambientado y delicioso donde pudimos cenar.
Día 3: Arashiyama (Bosque de bambú), Templo de oro, Kioto.
Justo delante de la estación de Kyoto está la estación de
autobuses (o como decimos nosotros de guaguas). Como no queríamos activar aún
el JRP, para sacarle más partido, decidimos movernos en Kyoto en guagua para
los trayectos largos.
Existen unos pases de un día que valen 500 yenes (Kioto Bus
one - day Pass). Se pueden adquirir en las máquinas
expendedoras o en una caseta, tipo quiosco, en la propia estación, delante de
las paradas de guagua (eso sí, la señora del quiosco no habla inglés. Si
se quiere información se tendrá que esperar a que abra la oficina principal,
justo detrás del área de fumadores). Si solo vas a hacer un trayecto y no
quieres pagar el pase de un día, puedes pagar dentro de la guagua, en las
máquinas que están al lado del conductor, donde también tienes que validar el
pase de un día si has optado, finalmente, por comprarlo.
Desplazarse en guagua no es complicado, lo único que si
debemos tener en cuenta es que estemos en el lado de la calle que nos interesa
para ir en una u otra dirección.
Al bosque de bambúes de Arashiyama (imprescindible visitar)
recomendamos ir muy temprano, antes de que lleguen las avalanchas de turistas,
para poder disfrutar del encanto y espiritualidad del lugar. Lo recomendamos en
todos los lugares en los que queramos disfrutar de algo de paz.
Seguimos el camino hasta el lago, visitamos el templo Tenryu
Ji, y luego otro pequeño templo que encontramos con una puerta torii como entrada. Decidimos desandar
el camino para hacer algunas fotos más del bosque de bambú y salir de nuevo a
la ciudad. Después nos dirigimos a coger la siguiente guagua, pasando antes por
algunas tiendas (que ya estaban abiertas), un bonito parque y el puente (para
hacer unas fotos).
Cogimos la guagua y, tras hacer un trasbordo, llegamos al
templo de oro (Kinkaku Ji).
Después decidimos volver a la zona del centro de Kioto y visitar
el castillo Nijo – Jo, para luego seguir nuestro camino hacia Shinjo – dori y
el mercado de Nishiki. Terminamos el día dando un paseo por Ponto Cho y Ginzo
en busca de alguna geisha.
Día 4: Parque del Palacio Imperial de Kioto, Templos Zen, Higashiyama norte y sur y Gion.
Este día fue de esos en los que parece que todo va a ir mal,
pero que al final es casi de los más redondos. Comenzamos madrugando para ir de
nuevo al centro a visitar el Palacio
Imperial de Kioto y como no se podía visitar (sin antes haber reservado hora)
la visita se quedó reducida al parque de palacio, que al ser otoño estaba muy
bonito y colorido.
Cambiamos el rumbo y
nos dirigimos al complejo de templos Zen Daitoku Ji, Imamiya Jinja y, luego, a
tomar un té con una pasta, de sabor indescriptible, ensartada en palitos y
remojada en una salsa (no sabemos cómo se llaman).
Tras este breve descanso nos dirigimos a la zona norte de
Higashiyama, donde visitamos, además de numerosas tiendas de suvenires, el
templo Ginkaku Ji (muy bonito) y paseamos por el Tetsugaku – no – Michi (sendero
de la filosofía). Toda la zona es preciosa. Al finalizar el sendero, y al
seguir descendiendo hacia la zona sur de Higashiyama, hicimos otra parada para
comer en un pequeño salón (de una señora) una especie de tortillas con miles de
ingredientes. Una de mariscos y otra de ternera. ¡Buenísimas! NOTA: Si no te
gusta el jengibre avisa para que no lo espolvoreen al final.
Una vez en la zona sur, seguimos, nuestro circuito a pie,
visitando en nuestro camino Ishibei- koji (una calle preciosa), Maruyama – koen
(un parque con un cerezo gigante en el centro) y terminamos la jornada, ya por
la noche, en la zona de Gion (zona de ocio y geishas).
Día 5: Miyajima, Hiroshima y Kioto.
Este día fue el que empezamos a utilizar el JRP, porque
empezamos a hacer las excursiones en tren. Salimos temprano (con los asientos
reservados) de Kioto dirección a Miyajima (1 hora y media) y allí cogimos el
ferry también, también de JR, a la isla de Miyajima, donde está la mayor
atracción del lugar: la puerta torii en el agua. El horario de salida y llegada
de los ferrys y los trenes, por supuesto, están coordinados.
Miyajima se puede ver en unas horas. Hay un paseo lleno de
ciervos, que se escapan del parque para ir a comer lo que les dan los turistas,
y de tiendas que te van llevando a la famosa imagen de fotografía de la puerta
torii.
Dependiendo de la marea y el clima que se coja esta imagen
será más o menos parecida a las de las guías.
Si le queremos dedicar más tiempo hay varios templos, una
pagoda, un museo, un acuario, un teleférico y algunas cosas más que nosotros no
visitamos. También se pueden comer ricas ostras.
Nuestra siguiente parada fue Hiroshima. Aquí cogimos la
guagua turística (incluida en el JRP) para llegar desde la estación de tren
hasta el centro, donde estaban casi todos los monumentos que queríamos visitar.
También había tranvías para moverse por la ciudad.
Visitamos la cúpula de la bomba atómica, la torre
conmemorativa en honor de los alumnos movilizados, el monumento a las víctimas,
la fuente y la llama de la paz, el museo conmemorativo de la paz de Hiroshima,
el puente, las esculturas de origami y toda la zona.
De esta visita debemos decir que el museo nos pareció
muchísimo más explícito si cabe que el memorial del holocausto de Berlín. Había
muchísimos grupos de escolares que, al ver las imágenes y las pruebas de la masacre expuestas, se
tapaban los ojos horrorizados. Nos llevó un rato recuperarnos de la experiencia,
pero pensamos que es una visita ineludible para así recordar lo que puede
llegar a hacer el ser humano.
De vuelta a Kioto nos dirigimos a la zona de Kawaramachi
para tomar y comer algo.
Día 6: Fushimi Inari Taisha, Nara y Kioto.
Salimos temprano hacia el santuario de las puertas rojas y pudimos
disfrutar de la tranquilidad del lugar. Decidimos no recorrer la zona más
alejada del sendero por la montaña (son varios kms), así que desandamos el
camino para seguir a nuestro siguiente destino.
En Nara nos facilitaron un mapa de la zona en la oficina de
turismo de la estación y nos explicaron el camino para la principal área de
visita. Se puede ver la zona caminando y volver a la estación a pie, pero
también hay una pequeña guagua roja que, por 100 yenes, te devuelve de la zona
más alejada del parque Nara- koen a la estación. Visitamos el parque, dimos
galletas a los ciervos, entramos al templo Todai-Ji, intentamos pasar por el
agujero de la columna de la felicidad
(uno de nosotros lo consiguió), comimos en un restaurante hindú muy bueno, para
cambiar un poco el paladar, vimos algunas tiendas y callejeamos un poco.
Y de vuelta a Kioto a tomar unas cervezas y relajarnos para la cena.
Día 7: Kanazawa.
Salimos de Kioto, dejando en el hotel nuestro equipaje
pesado para que la empresa de transporte nos lo llevara hasta Tokio, y
ataviados con unas mochilas, con lo justo para unas cuantas noches, nos dirigimos
a Kanazawa.
Como llegamos temprano, dimos un paseo desde la estación
hasta nuestro hotel (Toyoko Inn), parándonos por el camino y haciendo tiempo
hasta la hora del check in en el mercado Omi-cho, el parque del castillo de
Kanazawa, el santuario de Oyama y el Kerokuen Garden con sus muchos y bonitos
rincones.
Una vez que dejamos nuestras mochilas en la habitación
visitamos, en el distrito de Nagamachi, la zona de Nagamachi Buke Yashiki,
donde residían los samuráis, y también algunos centros comerciales. Esa
tarde-noche se puso a granizar y decidimos comer algo y descansar pronto, para
ir a la mañana siguiente a visitar lo que nos había faltado, que era el barrio
de las geishas, al otro lado del río Asano-gawa, antes de dirigirnos a nuestro siguiente
destino.
NOTA: Para nosotros Kanazawa es una ciudad, dentro de lo que
visitamos, que se puede obviar, añadiendo así una noche más, por ejemplo, en
Takayama, que nos encantó.
Día 8: Takayama.
Tras visitar el barrio de las geishas, en la zona de
Higashi-chaya-gai en Kanazawa, donde nos pilló una lluvia importante, fuimos a
la estación y cogimos el tren, que como era de los antiguos tenía calefacción
en los asientos. Eso nos sirvió para secar nuestra ropa mojada, mientras nos
dirigíamos, por un camino precioso, entre montañas, a Takayama. Hay que hacer un
trasbordo.
Takayama es una ciudad preciosa en un entorno rural
inigualable. Aquí nos hospedamos en un hotel tradicional (ryokan): Oyado Koto
no Yume. Un hotel diseñado al estilo tradicional de las casas de Takayama. Se
puede reservar un baño en un omsen privado y degustar un desayuno tradicional.
Todo maravilloso.
Takayama es una ciudad para pasearla, caminar por sus
calles, cruzar sus puentes, visitar sus mercados y, si se tiene tiempo, acceder
al área de templo de Higashiyama. La zona de reserva de monumentos
tradicionales se encuentra entre Shimonino-machi y Oshin-machi y la zona de Sanmachi
es donde se encuentran las casas
particulares antiguas y de samuráis. Muchas de ellas convertidas en bonitas
tiendas, destilerías de sake o cafés.
Comimos carne de ternera de Hida, servida en la barbacoa
tradicional japonesa, típica de allí y buenísima. Paseamos por sus calles y nos
fuimos al hotel a disfrutar de nuestra habitación tradicional y ponernos las
ropas tradicionales (turistada, pero las fotos para el recuerdo quedan bastante
chulas).
Día 9: Tokio.
Nos levantamos temprano para visitar el mercado matutino de
Takayama y dar el último paseo por sus calles antes de dirigirnos a Tokio.
Llegamos a Tokio y fuimos desde la estación a nuestro
hotel (Nishitetsu Inn Shinjuku). Nos
costó un poco encontrarlo porque no estábamos muy orientados y el cambio, de
ciudades más rurales a encontrarnos otra vez en una ciudad grande, bulliciosa,
y llenísima de gente, nos impactó y despistó un poco. Pero, finalmente, resultó estar muy bien situado
y, por supuesto, teníamos nuestro equipaje esperándonos.
Tokio es un lugar que te invita a consumir. La zona de
Shinjuku, donde nos hospedamos, está repleta de centros comerciales y hay
edificios enteros de restaurantes, que tienen empleados a pie de calle
invitándote a entrar. Lo neones por la noche son tan abundantes que no parece
que haya oscurecido.
Visitamos el barrio rojo. Llama mucho la atención que en una
cultura como la japonesa existan barrios de este estilo, algo más sórdidos, en
una zona tan concurrida. Paseamos por varias zonas comerciales, con la
decoración navideña ya colocada. Todo el mundo cargaba con varias bolsas en las
manos. Seguimos callejeando, explorando las zonas aledañas, y aprovechamos para
reservar asientos para las siguientes excursiones.
Día 10: Nikkó, Tokio.
Llegamos temprano a Nikkó y caminamos desde la estación, calle
arriba, por el pueblo hasta el Shinkyo Bridge, para llegar a la entrada del
complejo de templos budistas, puertas torii, pagodas y santuarios sintoístas,
en un entorno montañoso y escarpado muy bien conservado. Ya a esas horas estaba
lleno de gente. Entre los lugares, declarados Patrimonio Mundial, que podemos
visitar aquí se encuentran el templo budista Rinno- Ji , los santuarios Toshogu
Shrine, Taiyuin y Futarasan Shrine y la pagoda de cinco niveles.
Volvimos a Tokio para visitar Akihabara (barrio de la
electrónica, donde muchas chicas van vestidas de colegialas). De allí,
caminando, a la zona de Kanda. Luego cogimos el circular (metro incluido en
JRP) rumbo a Takeshita Dori y Omotesando
(Harajuku). Luego andando a Shibuya. Las vistas del cruce son buenas y
gratuitas desde el Starbucks. También visitamos la colina de los hoteles del
amor (alquilan habitaciones por horas), la estación y cenamos en uno de los
muchos restaurantes donde pides la comida en una máquina. Esta te expide una ficha que
luego intercambias con el cocinero. Aunque hay empleados que te ayudan por si,
como nosotros, te encuentras algo perdido. Para acabar nos dimos otra caminata hasta el
hotel.
Día 11: Monte Fuji, Tokio.
Nos levantamos temprano para intentar ver la imagen del
monte Fuji antes de que las nubes lo taparan. Decir que el camino y las vistas
desde el tren son muy bonitas.
Nosotros nos decantamos por visitar el pueblo de
Kawaguchi-ko, uno de los puntos de la región de los cinco lagos del Fuji, donde
mejor se puede ver y fotografiar la emblemática montaña
reflejada en el lago del mismo nombre. Tras verlo y visitar el pueblo nos
dirigimos de nuevo a Tokio.
En Tokio nos decantamos por la zona de Marunouchi y del
Palacio Imperial (centro). Para nosotros con menos encanto. Hay un par de
outlets de electrónica al lado de la estación. La zona tiene un carácter
financiero del alto standing. Comimos por la zona y luego, andando, dirección
Ueno (visitamos su parque), Yanaka (callejeando hasta el mercado). Yanaka es
más tradicional, con un área de artistas y varios templos interesantes.
Día 12: Tokio.
Este día nos quedábamos en Tokio y salimos algo más
tarde. Pudimos ver hordas de trabajadores, vestidos de forma similar,
con la mirada fija y andando ordenadamente, dirigirse a sus trabajos. Igualmente curioso
nos pareció ver el estado en que veíamos a algunos de esos trabajadores
recogerse por las noches, digamos que algo chispados (cosa, según parece, de un gen).
Este día nos dirigimos a visitar las zonas de Asakusa y
Sumida-gawa (en metro). Hay tarjetas de 1, 2,3… días para el metro. Se puede
visitar el Tokyo Sky Tree y pasear por parques donde nos llamó la atención
ver zonas de pesca, frecuentadas por lugareños, en medio de ellos. Otras zonas de interés son el templo Senso-ji (con
su repleta zona comercial) y los alrededores del mismo. De ahí (metro) fuimos al mirador
(zona de Roppongi) y, andando, recorrimos varios barrios más (algunos de estilo
afrancesado) en dirección a los pies de la Torre de Tokio (réplica de
la Torre Eiffel). Por último, fuimos en busca del parque Yoyogui (llegamos oscureciendo),
para terminar cogiendo el metro (tras un paseo) en Shibuya, dirección Shinjuku
Golden-gai. Allí pudimos cenar en uno de los típicos restaurantes en los que la yakuza
solía urdir sus planes. Imprescindible cenar y dar una vuelta por los bares. Muy
típico.
Día 13: Tokio. Aeropuertos Estambul – Madrid – Gran Canaria
y regreso a casa.
Pasamos por la milla
de oro, donde están las tiendas de las marcas más prestigiosas, de camino al
mercado del pescado Tsukiji (El más grande del mundo). Es espectacular para
mezclarte con la gente, probar toda clase de marisco o pescado fresco y, por
qué no, robar algunas fotos. Eso sí, recomendamos llevar un calzado al que no
le tengas demasiado aprecio.
Visitamos el Tsukiji Hongwanji. Un templo budista
precioso, en el que tuvimos la suerte de presenciar una ceremonia.
Desde allí (el vuelo salía de noche) empezamos a callejear
hasta el Palacio Imperial y aledaños, para terminar rumbo Shinjuku (última
vuelta) y dirigirnos al hotel. Luego cogimos un taxi hasta el aeropuerto.
E.Jota
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